El conflicto cambia todo, y puede arrastrarlo a ATE

Napoleón Bonaparte estaba lleno de gloria, y pensó en aumentarla, conquistando Rusia para el imperio. Le fue mal. Volvió derrotado, tras un desastre, con la quinta parte de los 600 mil hombres con los que había empezado esa historia. Abrumado por la certeza del ocaso, le escribió un amigo, y ahí, dicen, utilizó esa frase: de lo sublime a lo ridículo, no hay más que un solo paso.

Carlos Quintriqueo, hasta poco dueño absoluto de ATE Neuquén, empoderado kirchnerista, el hombre que iba a visitar a Amado Boudou a la cárcel y posaba al lado de Cristina Kirchner con los dedos en V, ahora transita el duro camino del retorno de una épica derrota. Acaba de intentar recuperar liderazgo, con la consigna de lograr el pase a planta de 1.300 contratados en hospitales, y de conseguir un aumento superior para todos. Pero los clarines tocan a retirada, al menos desde la política.

La junta interna de ATE del EPAS se permitió avisar, en un documento, que no había ido al plenario de Plottier. “No vamos a exponer a nuestros compañeros y compañeras a las agresiones y descalificaciones sin fundamento”, dicen en ese documento. Y aseguran que “los mismos referentes de la conducción provincial se dedican a provocar y denigrar a cualquiera que plantee una idea diferente”.

Desde Buenos Aires, el secretario adjunto nacional de ATE, el rionegrino Rodolfo Aguiar, manifestó su preocupación por el comportamiento de Quintriqueo. “Desacredita al sindicato en la región y en todo el país”, disparó el dirigente, de habitual verborragia. Un disparo desde el corazón de la conducción central del gremio, que duele, porque se ha hecho público con toda la intención.

Para completar un cuadro complicado, el MPN se ocupó de citar a Siprosapune, el sindicato de profesionales, y al SEN, el de enfermeros, a la Legislatura, para avanzar en la Ley de Carrera Sanitaria: un indicio que se complejiza el tema para la tradicional organización hospitalaria que estuvo bancando e imponiendo ATE, y también UPCN, en los hospitales. Soplan vientos de mayor diversidad en las representaciones gremiales, y de reestructuración de sistema en los hospitales. Será una derivación casi inexorable de un conflicto que el ATE de Quintriqueo primero ninguneó, arrastrando en ese diagnóstico al propio gobierno, para ahora observar, azorado, cómo el desborde de aquel río encuentra no uno, sino varios cauces, por los que circular sin la tutela acostumbrada.