Un silencio que duele y pide Justicia a gritos

La misma sociedad que la recibió hace poco más de tres meses, decidió acompañar a la familia de Agustina Fernández en la puerta del hospital Pedro Moguillansky. El desenlace sería una cuestión de tiempo, por eso cientos de cipoleños dieron su apoyo a los padres de la joven pampeana víctima de un salvaje asalto y que se encuentra con muerte cerebral sólo conectada a un respirador mecánico.

Desde las 22, con velas encendidas y en un silencio aturdidor, comenzaron a llegar al centro de Salud. Desafiaron al frío y a algunas gotas que también cayeron, pero nada los hizo claudicar en su intención de brindarle el apoyo a los padres de la joven de 19 años que fue atacada a golpes y que al momento de ser encontrada el sábado presentaba una gran hemorragia cerebral tras la fractura de cráneo que presenta.

Con el desenlace inminente, muchos rezaron por su descanso y otros prefirieron aferrarse a un milagro que a esta altura parece una utopía propia de la fe. La misma que mantuvieron sus padres, quienes se ilusionaban con una posible mejoría y trasladarla en un vuelo sanitario a un hospital de mayor complejidad. Pero durante la tarde de hoy recibieron la peor noticia de voz del equipo tratante: el eco doppler transcraneal develó que no había ningún tipo de respuesta a los estímulos y que no existía actividad cerebral.

Y fue un pedido unánime el de justicia. Que el caso de Agustina no quede en la nada. Ante el reclamo en silencio que aturdía y duele en lo más profundo, es imposible no trasladarlo a las multitudinarias marchas del silencio que hicieron los cipoleños bajo la misma consigna en finales de los 90s y comienzos de los 2000, cuando los crímenes de mujeres se hicieron una constante. Solo como ejemplo se puede recordar a Janet Opazo, las hermanas María Emilia y Paula González, Verónica Villar, Diana del Frari, Ana Zerdán, Mónica García, Carmen Marcovecchio o Alejandra Carbajales. Y mucho más acá en el tiempo, el femicidio de Agustina Atencio. 

Agustina llegó en marzo llena de ilusiones a Cipolletti, donde comenzó el largo camino hacia el título de médica en la Universidad del Comahue. Con su madre recorrieron la ciudad en búsqueda de un alquiler hasta que consiguieron un monoambiente en el barrio Sillón Encantado, a pocas cuadras de la facultad. 

El sueño de la joven de 19 años se truncó el pasado sábado, cuando fue atacada de manera salvaje dentro del departamento de un vecino con el que había planificado una cena. La golpearon con un objeto contundente y eso le provocó una fractura del hueso occipital y la presión intercraneal generada por la hemorragia causo un daño irreversible.

La Justicia mantiene la investigación bajo un total hermetismo, analizan cámaras de seguridad de barrios cercanos y realizan distintas pericias en el departamento de Confluencia al 1400. Pero no hay ningún detenido por el caso.