HISTORIAS NEUQUINAS

Cómo es un día en un puesto de invernada en el norte neuquino

Rodrigo Arévalo y su padre mantienen viva la tradición ganadera, una actividad que presenta desafíos inigualables y recompensas particulares.
sábado, 3 de agosto de 2024 · 10:42

En un rincón alejado de la Patagonia, Rodrigo Arévalo y su padre continúan con la tradición familiar de ganadería en un puesto de invernada. Con 35 años de edad, Rodrigo sigue los pasos de su padre, quien lleva 64 años dedicándose a esta actividad en un entorno que presenta desafíos únicos y recompensas singulares. Celina Barchiesi, corresponsal de Prima Multimedios, se acercó hasta la zona El Cuído, sobre la Ruta Provincial 43, donde entrevistó a Rodrigo para conocer en detalle su día a día. 

La jornada en el puesto de invernada comienza temprano. Rodrigo describe cómo empieza su día cuidando las chivas. "Cada uno a veces sale, yo voy a ver las vacas y después regreso a la casa para tomar unos mates", comenta. Esta rutina no solo es esencial para el cuidado de los animales, sino que también refuerza los lazos familiares.

El manejo del ganado en este puesto es una tarea que requiere habilidad y conocimiento del terreno. Los animales, tanto vacas como chivas, son llevados al potrero y controlados según las necesidades del día. "Las vacas preñadas las traemos al potrero aquí", explica Rodrigo.

Vivir en un puesto de invernada alejado implica adaptarse a una vida de autosuficiencia y mínima dependencia de recursos externos.

El campo de invernada en el que se encuentran es un lugar con características específicas que lo hacen ideal para la ganadería. "Este campo tiene agua de vertiente, lo que es crucial para los animales", señala. Además, los inviernos pueden ser duros, dejando al puesto aislado y obligando a hacer caminos para que los animales puedan salir a pastar.

La calidad del pasto en la región es otro factor importante que influye en el sabor y la calidad de la carne. Rodrigo destaca que los diferentes tipos de pastos que crecen en el área contribuyen al sabor distintivo de la carne producida allí. "Los pastos que tenemos aquí son específicos y eso hace a la calidad y al gusto de la carne", afirma.

Vivir en un puesto de invernada alejado implica adaptarse a una vida de autosuficiencia y mínima dependencia de recursos externos. "Acá no tenemos electricidad, usamos baterías solares para lo esencial y administramos el consumo con cuidado", comenta Rodrigo.

La falta de contaminación y basura en el entorno también es un punto positivo para la crianza de los animales. "Aquí no contaminamos el medio ambiente y eso también beneficia la crianza de las chivas y otros animales", agrega.

 

La identificación de los animales es una práctica esencial para los ganaderos. Rodrigo y su familia utilizan marcas específicas para cada grupo de animales. "Mi hermano tiene una señal y mi viejo otra. Eso nos permite identificar fácilmente nuestros animales cuando se movilizan con los piños", explica.

Para Rodrigo, las diferencias entre los animales son claras y cada uno tiene características únicas. "Aunque parezcan iguales, yo puedo identificar a las chivas por el color del pelo y otras características", dice. 

"Acá no tenemos electricidad, usamos baterías solares para lo esencial y administramos el consumo con cuidado", comenta Rodrigo.

 

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