El río Limay está de luto. Este jueves, a los 68 años, falleció Omar Orlando “Tito” Tarifeño, un hombre que durante casi medio siglo fue sinónimo de vida, encuentro y naturaleza a orillas del agua. Su nombre quedó grabado en la historia del camping Nepen Hue y en el alma de Plottier, donde todos lo conocían simplemente como Tito.
Diagnóstico de cáncer de colon mediante, Tito transitó los últimos meses rodeado de afecto, con la misma entereza y calidez que lo caracterizaron siempre. Murió acompañado por su familia, cerca del río que fue su hogar, su pasión y su legado.
“La gente siente que este lugar es suyo. No es un bar cualquiera, es la cabaña del río, es la cabaña de Tito”, había dicho hace un tiempo, en una frase que hoy resuena con fuerza entre quienes lo despiden. Su cabaña, levantada entre árboles que él mismo ayudó a plantar, fue mucho más que un punto de encuentro: fue un símbolo del espíritu patagónico, donde se mezclaban el aroma del asado, la guitarra, las historias y el sonido del Limay.
Por su mesa pasaron vecinos, pescadores, turistas, músicos y deportistas. Entre ellos, Marcelo y Marité Berbel, y su ídolo eterno, Ricardo Bochini, a quien recibió como a un amigo de toda la vida. Fanático de Independiente, Tito celebraba esa visita como uno de los recuerdos más lindos de su vida.
Su historia comenzó junto a su padre, Rómulo Tarifeño, quien fue cuidador del camping municipal. De chico, Tito lo acompañaba a regar, limpiar y mantener el predio. “Plantamos muchos de los árboles que todavía dan sombra acá”, contaba con orgullo.
El tiempo pasó, pero su vínculo con el río nunca se rompió. Transformó el Nepén Hue en un emblema de Plottier, un espacio donde la hospitalidad era regla y la sencillez, una forma de vida. Por eso hoy, la comunidad lo despide con el corazón apretado y la gratitud de haberlo tenido como parte de su historia.
El velatorio se realiza en la Casa de Velatorios de la Cooperativa de Servicios Públicos de Plottier, en Rivadavia 151, hasta el mediodía del viernes. Desde temprano, cientos de mensajes inundaron las redes sociales con palabras de cariño, anécdotas y despedidas.
“Tito fue parte de lo que somos —dijo un vecino—, porque su cabaña era de todos”. Incluso el gobernador Rolando Figueroa también lo había llamado días atrás para agradecerle su aporte a la identidad neuquina.
El viernes pasado, Tito compartió un último asado con su familia en la cabaña del Limay. Allí presentó junto al escritor Iván Méndez el libro “El valle de los sueños”, donde su vida se convierte en parte de la memoria colectiva de la ciudad.
Hoy, el río que tanto amó lo despide en silencio. Y en cada rama que plantó, en cada historia contada bajo su techo, Tito Tarifeño seguirá presente, como el murmullo constante del Limay que nunca se detiene