Río Negro está moviendo el tablero en la Región Sur con un plan que promete cambiar la manera de entender el clima. Ocho estaciones meteorológicas automáticas ya se instalaron o están a punto de hacerlo en parajes donde, hasta ayer nomás, la información llegaba tarde o directamente no llegaba. La jugada es simple y contundente: generar datos confiables para anticipar eventos críticos, planificar obras y tomar decisiones que afecten a miles de habitantes dispersos en una de las zonas más duras de la provincia.
Para entender la magnitud del cambio hay que mirar hacia atrás. Durante años, los registros dependieron de la memoria y la paciencia de pobladores que anotaban lluvias y nevadas en cuadernos gastados. Esa red artesanal, sostenida a pulmón, fue perdiendo continuidad con el paso del tiempo. Con la salida de quienes mantenían esas mediciones, muchas series históricas se cortaron y la Región Sur quedó prácticamente a ciegas frente a tormentas que arrasaban caminos, campos y viviendas.
Ahora, el panorama es otro. Las nuevas estaciones envían información en tiempo real y suman variables que antes no existían de manera continua. Viento, presión, temperatura y humedad se transforman en insumos vitales para modelos hidrológicos que sirven para diseñar puentes, desagües y drenajes que no se improvisan. Cada equipo implica una inversión importante y un trabajo que va desde el montaje hasta el mantenimiento constante, porque en esta región, el clima no perdona descuidos.
Además, el salto tecnológico vino de la mano de algo que en los parajes era casi un lujo: la conectividad estable. Con la llegada del servicio satelital a comisiones de fomento y escuelas rurales, ya no se depende de chips que nunca funcionaban donde más se los necesitaba. El monitoreo se volvió más barato, más seguro y, sobre todo, más accesible para quienes viven en lugares donde cada dato vale oro.
El plan también suma un costado humano que marca la diferencia. El organismo decidió entregar pluviómetros a productores y vecinos que quieran colaborar con mediciones manuales, mientras las estaciones automáticas se expanden. En algunos parajes, como Mamuel Choique, el cambio ya se nota: lo que antes quedaba guardado en un cuaderno familiar hoy se convierte en información pública al alcance de escuelas, pobladores y autoridades. Y aunque la meta es llegar a todas las comisiones de fomento, incluso cubrir la mitad ya significaría un paso enorme para una región que durante décadas midió el clima mirando el cielo y esperando lo mejor.