El miércoles amaneció con humo y alarma en la ladera norte del Cerro Otto, más precisamente donde finaliza calle Misiones y se transforma en una huella apenas caminable. Desde temprano, los brigadistas del Servicio Provincial de Lucha contra Incendios Forestales (Splif) y los bomberos voluntarios de Ruca Cura trabajan contrarreloj para contener las llamas.
Todo indica que los focos fueron provocados intencionalmente. Y no fue uno solo. Alrededor de las 16 horas, aparecieron tres nuevos incendios en distintos sectores de la misma ladera, confirmando que no se trataba de la propagación del fuego de la mañana, sino de fuegos nuevos. El acceso a la zona es complicado: vegetación cerrada, senderos estrechos, retamas, cipreses y arbustos nativos forman un laberinto que hace casi imposible el trabajo rápido.
Los vecinos del barrio Melipal fueron clave: al ver el humo, avisaron a los bomberos y a Protección Civil, permitiendo la intervención rápida de dos móviles y siete brigadistas. Desde el lunes se registraron seis incendios en 48 horas, todos en la misma franja del Cerro Otto, cerca de calle Corrientes y a media ladera. Los brigadistas destacaron que los focos se prenden a unos 150 metros del camino de autos, lo que obliga a caminar con el equipamiento pesado para combatir el fuego.
Además, un nuevo foco surgió en un pinar de gran tamaño, lo que encendió la alarma sobre la posibilidad de que la situación se repita si no hay vigilancia permanente. Por eso, las autoridades pidieron no circular por avenida Pioneros ni subir por Piedras Blancas, dejando despejada la zona para que trabajen los móviles.
El peligro no es nuevo. Orlando Báez, jefe del Splif Río Negro, advertía en julio que la vegetación seca ya estaba lista para arder: “El material mediano y grueso, como árboles, está disponible a arder. Un descuido o una mala intención puede generar un incendio”. Los lugares más críticos de Bariloche son Península San Pedro, Llao Llao y la ladera norte del Cerro Otto, con bosques densos y calles abiertas sin autorización que dificultan cualquier evacuación.
Mientras tanto, los brigadistas siguen en alerta máxima, luchando contra un enemigo invisible pero implacable: el fuego intencional.