En el sur de Las Grutas, en la zona de Piedras Coloradas, un relevamiento municipal expuso lo que muchos intuían: un ensamble de casas, kioscos y hasta paradores levantados sobre tierras públicas sin autorización ni control efectivo. Y lo más grave: parece que nadie sabe bien quién manda ni quién regula.
La Delegación local del municipio de San Antonio Oeste, a través de un inspector de Obras Particulares, recorrió el campo, sacó fotos, levantó planimetría y constató al menos veinte estructuras distintas, algunas buena madera, otras chapa y maderas viejas, en medio de un espacio que legalmente pertenece al dominio público y está pensado para uso recreativo o de protección ambiental.
Se encontraron viviendas, depósitos, kioscos, módulos turísticos, una biblioteca y hasta un “casa de té” de 190 metros cuadrados, nada que ver con una cabaña típica. Muchas de las construcciones tienen “uso comercial” sin que exista un marco administrativo que lo respalde. El informe no lo dice en forma discreta: advierte que “se estiman sectores delimitados para uso particular o restringido”, lo cual abre las puertas a ocupaciones irregulares o concesiones no registradas.
El lugar es sensible, zona costera de valor paisajístico, con turismo estacional y proyectos que deberían ir de la mano del desarrollo ordenado. Pero mientras eso sucede, estas edificaciones crecen “a la buena de Dios”, sin que se defina bien qué es público, qué es privado, quién controla. La Delegación dice que el trabajo va a elevarse a Secretaría de Gobierno y de Planificación para que se evalúen “políticas de control, ordenamiento y uso racional de los espacios costeros”.
El informe no fija sanciones ni recomendaciones específicas sobre qué hacer, solo evidencia el desorden. Pero la señal es clara: varios emprendimientos operan como si el terreno fuera propio cuando no lo es. Y muchos habitantes o turistas podrían estar en zonas de riesgo o sin derechos claros. Mientras los paradores siguen levantándose sin papeles, la costa pierde viabilidad y el Estado municipal queda en evidencia ante lo que sucede “bajo sus narices”.