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Viernes 05 de Diciembre, Neuquén, Argentina
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De terapia a ruina: la pileta que debía aliviar dolores terminó hundida y rota

Un hombre de Choele Choel adquirió una piscina de fibra de vidrio para tratar sus problemas de columna, pero la mala instalación la dejó hundida, fisurada y rota. La Justicia lo respaldó y condenó al comerciante a indemnizarlo por incumplimiento contractual y daño a la salud.

Viernes, 05 de diciembre de 2025 a las 10:00
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La mala instalación provocó hundimientos, fisuras y pérdidas de agua.

Lo que debía ser un alivio médico terminó convertido en un suplicio doméstico. Un hombre decidió instalar una pileta en su patio por recomendación profesional: la natación era la terapia indicada para mitigar sus dolores lumbares. Pagó al contado y en efectivo una piscina de fibra de vidrio de nueve metros por 3,60, con colocación incluida. Pero la ilusión duró poco: tras un mes de trabajos, la estructura comenzó a hundirse y el sueño de nadar se transformó en un problema mayor.

El vendedor, lejos de dar soluciones, envió a un albañil que con una amoladora realizó once cortes en la pileta. El resultado fue desastroso: la piscina empezó a perder agua y quedó prácticamente destruida. A pesar de los reclamos, nunca hubo reparación. El hombre, que había confiado en la promesa de un tratamiento para su salud, terminó con un patio arruinado y la frustración de ver cómo la inversión se desmoronaba.

La causa llegó al fuero Civil de Choele Choel, que hizo lugar a la demanda por daños y perjuicios. El fallo fue claro: el vendedor incumplió el contrato y deberá indemnizar al cliente. La sentencia no solo contempló el daño patrimonial, sino también los padecimientos físicos que se agravaron por la imposibilidad de practicar natación. La Justicia entendió que el incumplimiento afectó directamente la calidad de vida del hombre.

Durante el trámite, el comerciante intentó defenderse. Alegó que había ofrecido alternativas de reparación y que fue el cliente quien impidió terminar los trabajos. Negó toda responsabilidad por el estado defectuoso de la piscina. Pero la prueba pericial lo desarmó: un arquitecto concluyó que la pileta presentaba hundimientos, fisuras, deformaciones y fallas en el asentamiento. La causa era evidente: mala preparación del terreno y ausencia de compactación. La recomendación fue tajante: retirar la pileta y realizar una nueva instalación en condiciones adecuadas.

La jueza aplicó las normas del Código Civil y Comercial sobre contratos de obra y servicios, buena fe contractual y responsabilidad por incumplimiento esencial. Consideró acreditado que existió un contrato más amplio que una simple compraventa y que el comerciante incumplió con sus obligaciones. El fallo fijó una indemnización que busca reparar no solo el daño material, sino también el impacto en la salud de un hombre que compró una pileta para aliviar su dolor y terminó con más problemas que soluciones.

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