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Jueves 25 de Septiembre, Neuquén, Argentina
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Le robaron el chulengo, los clientes lo ayudaron a encontrarlo y se lo devolvieron a las pocas horas

Matías trabaja hace cinco meses en la esquina de Linares y Los Lagos. Es su fuente de ingresos desde que se quedó sin trabajo. 
 

Por Redacción

Jueves, 25 de septiembre de 2025 a las 13:20
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Desde que se quedó sin trabajo, Jorge Matías Ramírez, todos los días, a eso de las 19.30, enciende el fuego en la esquina de Linares y Los Lagos, donde vende los choripanes caseros que prepara su tío y la bondiola que cocina él mismo. Hace una semana se llevó una sorpresa: el chulengo, su herramienta de trabajo, no estaba

“Cuando me preparaba para salir para allá, me llama mi suegra, que vive a media cuadra, y me dice que el chulengo no estaba. Le corté, porque no le creía”, contó Mati, como le dicen los vecinos del barrio. El trabajador gastronómico quedó helado tras la pésima noticia. “Cuando caí, lo primero que pensé fue llamar a mi señora, para decirle que no estaba. Y ahí empezamos a difundirlo por todos lados. Los clientes me ayudaron un montón”, recordó. 

Sin embargo, ese mismo día, cerca de la media noche, le sonó el teléfono. “Me llega un mensaje del pibe que se lo llevó y me dice que lo tenía, que no me preocupe, que pensaba que estaba tirado, que no era de nadie. Yo le dije, ‘no estaba tirado, porque estaba ahí’ y me dijo que pensó que era basura y por eso se lo llevó”, relató Matías.  

Al otro día, el hombre apareció con el chulengo y se produjo un cruce de versiones con una vecina que se acercó a la esquina. “Justo una vecina se acerca y vio que me lo devolvió y me contó que el muchacho vio que estaba ahí el chulengo, que dio la vuelta, lo cargó en la camioneta y se lo llevó. Le digo, ‘bueno, lo estás desmintiendo al muchacho’. Pero, ya está, ya me lo devolvió”, contó con detalles y entre risas, el encargado del emprendimiento culinario. “Quedó todo bien con el pibe, le dije que pase cuando quiera a comer, tanto bondiola o choripanes, lo que quiera”, aclaró. 

De todas formas, Matías no pudo volver a trabajar inmediatamente, porque el chulengo estaba roto. “Se le había caído, parece”, observó. “Es un chulengo especial, tiene ladrillos refractarios y es de una cabina donde guardan las cajas de herramientas de herramientas de los camiones, es un material re pesado, es como un hornito”, señaló con orgullo.  

Matías trabaja en una esquina estratégica, donde pasan cientos de personas a diario para disfrutar del paseo costero. Los vecinos lo adoptaron, incluso lo agregaron al grupo de whatsapp del barrio. 

Si bien, en la esquina de Linares y Los Lagos, la venta de comida comienza a las 19.30, el trabajo del vendedor comienza muy temprano: “Arrancó a la mañana haciendo los panes y la bondiola, porque lleva una cocción de tres horas y media a cuatro horas. Le pongo cerveza negra, también. Los panes son caseritos. Los choris son caseros también, los prepara mi tío” 

“Desde el primer día la gente me colaboró comprando. A uno siempre lo sorprende todo ese cariño. Gracias a la gente recuperé mi chulengo, es mi herramienta de trabajo. Con esto vivo”, destacó el emprendedor, que ya está preparado para recibir a sus clientes, de lunes a lunes, de 19.30 a 24. 
 

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