Una muerte que encendió las alarmas
El hantavirus volvió a golpear en la cordillera y generó temor entre vecinos y turistas. Una mujer de 44 años murió en San Martín de los Andes tras contagiarse del virus, una enfermedad endémica de la zona que puede transmitirse de persona a persona.
Las autoridades de Salud confirmaron el caso y activaron de inmediato un estricto protocolo epidemiológico. La víctima había presentado fiebre, dolores musculares y abdominales, y pese a haber sido atendida en un centro privado y luego en el hospital local, su cuadro empeoró rápidamente hasta provocar su fallecimiento.
El hantavirus es transmitido por el ratón colilargo, especie que habita en la cordillera patagónica, aunque lo más preocupante es que la cepa Andes —la que circula en esta región— permite el contagio directo entre personas.
Aislamiento y protocolos en marcha
Tras la confirmación del caso, el Ministerio de Salud dispuso medidas inmediatas: la pareja de la mujer fue aislada de manera preventiva y deberá cumplir 21 días bajo estricto control médico. Además, otras personas que mantuvieron contacto estrecho con la víctima están bajo seguimiento clínico diario.
El aislamiento busca evitar un posible brote, ya que el hantavirus Andes tiene la particularidad de transmitirse por contacto con secreciones, saliva o respiración de personas infectadas. El temor se intensificó en la comunidad, que recuerda brotes anteriores donde la enfermedad se propagó rápidamente.
Los especialistas remarcaron que “el virus no tiene estacionalidad”, lo que significa que puede aparecer en cualquier momento del año. Por eso, las medidas de control y prevención se volvieron imprescindibles en toda la zona cordillerana.
Una enfermedad sin cura específica
El hantavirus es especialmente temido porque no existe un tratamiento específico. Una vez infectado, cada paciente depende de su propio sistema inmunológico para combatir el virus, mientras el personal de salud solo puede acompañar con cuidados clínicos.
La mortalidad puede ser elevada y los síntomas iniciales —fiebre, dolores musculares, cefalea, cansancio extremo y malestar abdominal— suelen confundirse con otras enfermedades comunes. Esa demora en la consulta médica aumenta los riesgos.
El ministerio confirmó que la mujer fallecida había estado en contacto con hábitats naturales del roedor durante caminatas en áreas boscosas, lo que habría favorecido el contagio.
"Que la mujer haya fallecido no depende del virus en sí, depende de cada organismo y cómo cada paciente sobrelleva la enfermedad, que no tiene tratamiento específico. El sistema de salud acompaña al cuerpo para que pueda llevar adelante el combate, de sus defensas con el virus, eso va a depender de cada uno. También depende de cuanto se tarda en consultar", explicó el coordinador de Salud Ambiental de la Zona Sanitaria de los Lagos del Sur, Juan Fernández Caniggia, en diálogo con AM550.
Prevención: la única defensa posible
Ante la amenaza del hantavirus, las autoridades sanitarias recordaron una serie de medidas clave para evitar contagios:
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Mantener la limpieza de casas y alrededores, guardar los alimentos en envases herméticos y no dejar basura al aire libre.
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Sellar grietas y orificios en viviendas para impedir la entrada de roedores.
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Ventilar durante 30 minutos los espacios cerrados antes de ingresar y limpiar superficies con lavandina diluida.
Para quienes salen a recorrer senderos en la cordillera
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Acampar solo en sitios habilitados (que tienen mantenimiento), evitando zonas con maleza, basura o pilas de leña.
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Caminar en senderos habilitados.
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No tomar agua en lugares naturales.
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No comer frutos silvestres sin lavar.
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Cuidado con los hongos silvestres, recogerlos con guantes, lavarse las manos.
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No dormir a la intemperie, usar carpas en buen estado y consumir siempre agua segura.
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Evitar el contacto directo con roedores vivos o muertos y, en caso de hallarlos, recurrir a trampas o venenos en lugar de manipularlos.
Los especialistas insisten en que la prevención es la herramienta más efectiva para frenar la propagación. Y en este contexto, la comunidad de San Martín de los Andes permanece en vilo, con miedo a nuevos contagios y bajo la vigilancia de un sistema de salud que intenta contener el avance de un virus que no perdona.