Literatura
Los jóvenes argentinos consumen literatura “extranjerizada”
La mayor parte de la literatura juvenil del día de hoy proviene del exterior o sitúa sus historias en espacios extranjeros.Por lo general, cuando un joven argentino decide salirse de las lecturas convencionales del colegio, aventurándose en la literatura más allá del salón de clase, termina abandonando también su propio país. En clase degusta una picada del menú nacional: algunos cuentos canónicos, un poco de Borges, Martín Fierro, Esteban Echeverría, Ocampo, y tal vez incluso algo de Puig. Si la lectura le resulta interesante entonces, procede a merodear por librerías en busca de una nueva historia que devorar. Encuentra incluso novelas específicamente para jóvenes adultos y adolescentes, estanterías repletas, todas apuntadas a su rango etario. Compra alguna, tal vez, pero al hacerlo, abandona la Argentina, porque la mayor parte de la literatura juvenil del día de hoy proviene del exterior o sitúa sus historias en espacios extranjeros.
Numerosos estudios indican que la juventud comenzó a leer muchísimo más en la segunda década del siglo XXI. A partir de las historias de Divergente, El corredor del laberinto, Bajo la Misma Estrella y Los Juegos del Hambre, entre otras, se generó un creciente grupo de lectores jóvenes. No solo eso, sino que también surgió una comunidad lectora online; es decir, una red internacional de individuos que hablan sobre libros en las redes sociales y crean contenido mediático sobre literatura. ¡Y esto va en un aumento constante!
Sin embargo, la mayor parte de estas lecturas son traducciones en español de obras estadounidenses. Así, no solo el idioma se ve afectado, sino que abundan las ficciones situadas en el hemisferio norte y en ambientes lejanos al argentino. Se lee sobre personajes que habitan espacios distintos a los propios, con culturas, normas sociales y realidades socioeconómicas diferentes. Se generan entonces expectativas irrealistas, donde los jóvenes esperan que sus vidas sean como aquellas sobre las que leen. De hecho, este fenómeno se ve incluso en las novelas argentinas: muchas de ellas prescinden del dialecto nacional y de los espacios propios y elaboran ficciones situadas en el extranjero, por lo que lo único argentino que permanece es el nombre de quien ha escrito el libro, nada más. La literatura que consumen los jóvenes argentinos de hoy está extranjerizada. Colocamos los ojos en otro lado, pensamos con marcos mentales no-nacionales, y buscamos que nuestras historias asemejen una ficción que en realidad está muy lejos.
Una cosa no quita la otra
Por supuesto, eso no quiere decir que no exista la literatura juvenil nacional. Tiffany Calligaris, Anna K. Franco, Romina Garber y Cristian Acevedo, por ejemplo, son algunos de sus principales representantes. Y desde hace ya mucho tiempo, podemos sumar otro nombre a esa lista: Victoria Bayona, también conocida como Vika Barton.
Autora de numerosos libros, Barton se ha convertido en uno de los éxitos editoriales del momento con su saga Casa de Fieras, disponible gracias al sello Puck de Ediciones Urano. El primer libro de esta historia, titulado El Último Guardián, sigue a una niña de 10 años que se aventura en una antigua biblioteca. No obstante, la casa revela no ser lo que parece, y nuestra protagonista pronto descubre que existen animales que pueden de hablar y personas capaces de convertirse en animales. Esta imaginativa trama orquesta una combinación sumamente original de naturaleza, aventura, amistad y acción que ha cautivado a cientos de lectores. Ahora, Barton nos trae la segunda entrega de este creativo relato. Aprendizajes, misterios, capítulos cortos y una idea atractiva tanto para adultos como para niños hacen de Casa de Fieras un libro sumamente adictivo, que emociona y que entretiene.
Sin embargo, lo más curioso de estos libros es la amplia recepción que han tenido. Familias en distintos puntos de América Latina han compartido en las redes sociales que Casa de Fieras es una lectura que vale la pena compartir. Se lee en familia, a veces en voz alta, en esos instantes nocturnos en los que es sencillo decir “por favor, solo un capítulo más”. Y al difundir esta historia, las palabras de Barton se expanden, apoyando así a una de las escritoras argentinas de fantasía juvenil más leídas del momento. Por eso, Casa de Fieras no es solo una increíble y célebre novela, sino también un camino nacional a la fantasía en un contexto donde imperan los relatos del mundo noroccidental.