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Viernes 22 de Agosto, Neuquén, Argentina
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Cómo tu tema favorito engaña al cerebro para sentirse bien

Un estudio finlandés demostró que escuchar tu canción favorita activa en el cerebro los mismos receptores que el sexo, la comida o ciertos analgésicos. La música no sólo da placer: también engaña al dolor.

Viernes, 22 de agosto de 2025 a las 18:29
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Cuando sentís que el corazón se te infla con un tema, es porque tiene hay química detrás.

Si te digo que tu playlist puede ser más poderosa que un blíster de analgésicos, probablemente pienses que es una exageración. Pero no: lo dice la ciencia. Con resonancias, escáneres cerebrales y todo ese arsenal de pruebas, confirman que detrás del estribillo que te hace cantar a gritos hay un cóctel de receptores químicos que engañan al cerebro y lo convencen de que, aunque duela, todo está un poco mejor.

 

De la buena

Un equipo de investigadores finlandeses descubrió que escuchar tu canción favorita activa los mismos receptores que disparan la comida, el sexo y ciertos medicamentos para hacernos sentir placer. Y lo mejor: también alivia el dolor. No es magia, son opioides pero de los buenos.

La investigación se hizo en el Centro PET de Turku y fue publicada en el European Journal of Nuclear Medicine and Molecular Imaging. Ahí agarraron a un grupo de voluntarios y, con esa paciencia nórdica, los estudiaron mientras escuchaban su música favorita. No música relajante random, sino esos temas que te erizan la piel y te hacen cantar a gritos.

Los científicos encontraron que cuanto más te gusta un tema, mayor es la liberación de sustancias.

 

El resultado fue clarísimo: esas canciones activaron el sistema opioide del cerebro, el mismo que usamos para sobrevivir gracias a recompensas biológicas. Comer, tener sexo, abrazar a alguien que querés, todo eso dispara opioides endógenos. Y tu canción preferida también.

Los científicos incluso encontraron que cuanto más te gusta un tema, mayor es la liberación de estas sustancias. Sí, ese momento en el que el estribillo explota y sentís que el corazón se te infla también tiene química detrás.

Pero, ¿qué tiene que ver esto con el dolor? Acá viene lo interesante: el sistema opioide no solo está para repartir placer, también es el responsable de modular el dolor. Es como si la naturaleza hubiese puesto un analgésico incorporado en nuestro cableado cerebral.

Escuchar tu canción favorita activa los mismos receptores que disparan la comida, el sexo aliviando el dolor.

 

Escuchar tu música favorita no va a borrar un dolor de muela como por arte de magia, pero sí puede reducir la percepción de dolor. Es decir, engaña al cerebro para que lo note menos intenso.  Por eso, este hallazgo no es solo una curiosidad de neurociencia, sino una pista para terapias alternativas que no reemplazan a la medicina, pero que se confirma que ayudan. Esto podría mitigar dolores crónicos, postoperatorios o incluso manejar la ansiedad antes de una cirugía.

Sólo con una buena playlist podría hacer que necesites menos medicación.

 

El estudio mostró que las áreas más activas con la música favorita eran:

  • Lóbulo orbitofrontal, donde se evalúa el placer (también trabaja a full cuando comés algo riquísimo).
  • Amígdala, la centinela de las emociones.
  • Núcleo accumbens, el centro de recompensas del cerebro, un lugar donde la música, el chocolate y un beso robado comparten escenario.

Y ojo: no cualquier tema funciona. La clave está en la conexión emocional. Una balada que te recuerda a tu primer amor, un rock que escuchabas con amigos, esa canción que ponía tu vieja mientras cocinaba… Todo eso son detonadores perfectos para el cóctel químico.

No cualquier tema funciona. La clave está en la conexión emocional con esa música.

 

¿Sirve cualquier música?

No. La ciencia fue clara: la música tiene que ser tuya, parte de tu historia. Esa canción que ponés en bucle hasta que Spotify te pregunta si seguís ahí.

La música relajante genérica, por más arpas y sonidos de ballenas que tenga, no produce el mismo efecto si no la sentís propia. Tampoco una versión paralela o tuneada de tu tema favorito: en el experimento, cuando alteraban la canción hasta hacerla irreconocible, el cerebro se quedaba bastante indiferente.

Esto abre una puerta enorme: la música no solo es entretenimiento, también puede ser una herramienta terapéutica. Los investigadores sugieren que se podrían diseñar programas médicos donde el paciente participe armando su propia playlist como parte del tratamiento. Al alcance de todos y gratis.

Lo mejor: el efecto es instantáneo. A diferencia de un medicamento que tarda en hacer efecto, la música entra por el oído y en segundos puede empezar a modificar la química de tu cerebro.  Como dice el refrán, la música amansa a las fieras. Ahora sabemos que también convence a tu cerebro de que, por un rato, el dolor no es tan grave.

Cuando sientas que algo te duele dale play a ese tema que te hace cerrar los ojos y volar.

Así que, la próxima vez que sientas que algo te duele ponete los auriculares, dale play a ese tema que te hace cerrar los ojos y dejá que tus propios opioides hagan el resto.

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