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Domingo 24 de Agosto, Neuquén, Argentina
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Encuéntrame en tus sueños (37ma parte, I: La noche es de los que esperan)

La historia avanza hacia su resolución, dividida en tres escenarios: en la aldea irlandesa, en un departamento de Nueva York, y en Staten Island.

Domingo, 24 de agosto de 2025 a las 16:54
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Es de noche en Greenbrae, Irlanda. 

Noche sin luna ni estrellas. Noche de cazadores que esperan el paso de su presa en una casa tan vacía como el alma de un malvado. Una casa con una sola ventana desde donde mirar y esperar a alguien que no sabemos si efectivamente está donde suponemos y queremos que esté...

Mientras esperamos, la muerte arroja una y otra vez sus dados.

Sin noticias de Carmel, no somos más que esta decadente armada Brancaleone muerta de frío, hambre y sueño.

Dentro de la casa estamos con Collins, Joe O’Brian, el jefe de la Interpol en Dublin, James Neville y un capitán que comanda a una docena de efectivos de combate armados hasta los dientes, con visores nocturnos de ultima generación, gases lacrimógenos, granadas de humo de todos los colores, gases pimienta tan picantes que harían vomitar a un mexicano y lo que más me importa: dos “snipers” armados con sendos rifles con dardos hipodérmicos cargados con una droga capaz de mandar a la cama a una manada de elefantes.

Toda esa fuerza se ha desplegado detrás de nuestra casa ocupando el canal de riego seco que sirve como trinchera. Desde ahí, y sin ser vistos, controlan la puerta de atrás de la casa de Milly MacFanon a la que, en caso de que se desate la acción, pueden llegar en cuestión de segundos.

-Tendríamos que haber traído algo de abrigo, esta casucha parece un refrigerador, se lamentó Collins en voz muy baja mientras oteaba la casa de Milly con un visor infrarrojo que llevaba adosada una cámara fotográfica de 35 milímetros. 

Si Carmel decide llegar a la casa o salir de ella y si fracasa nuestro intento de aprehenderlo con vida, al menos tendremos unas magnificas imágenes de su huidiza persona.

Nuestros amigos de la Interpol habían arreglado con la compañía eléctrica Greenbrae Energy para que a una hora determinada cortara el suministro de electricidad al área donde se encontraba la casa de Milly, lo que finalmente ocurrió, y todo el sector quedó sumido en la más absoluta oscuridad. Sin estrellas ni luna, la noche había convertido a esas calles en una boca de lobo.

- Steve ¿por qué no te sirves una taza de café y así entras en calor?, le propuse al sargento Collins.

- No quiero perder de vista la casa por si Carmel entra o sale de ahí, si me alcanzas una taza te lo voy a agradecer.

Joe tomó la posta y sirvió café para todo el grupo de vigilancia. Cinco tazas y un rico café gentileza de la servicial Policía de Greenbrae.

-¿Usted cree que Carmel puede estar ahí?, le pregunté a Neville, quien se limitó a mirarme como si buscara una ayuda para mi pregunta. Bebió un sorbo de su café, lo paladeó y me dijo, esta vez sin su habitual sentido del humor ocurrente y chistoso:

-Déjeme dejarlo en claro: No se si Carmel está ahí, no sé si vendrá o si ya se fue, no sé si alguna vez lo apresaremos o nunca lo veremos y quizás nada de esto me importe en realidad. Solo sé que no soportaría el fracaso de no haber estado aquí cuando el hombre finalmente se nos escape.

Bebió otro sorbo de su café, me miró y me guiñó un ojo en un gesto único de picardía que solo él sabe hacer.
En ese momento, Collins dio la alarma en voz muy baja:

-Atención, acaban de abrir la puerta trasera de la casa...

El capitán comunicó la alerta a sus hombres en el canal de riego. Neville sacó su pistola y cargó la primera bala. Mirándonos a mí, a Joe y también a Collins, advirtió:

-Si entramos en acción no salgan de la casa hasta que todo haya pasado.

La noche pronto se iluminaría con disparos.

En casa de Rosalyn, Nueva York, cuando el atardecer languidece gentilmente.

 

-¿Qué sabes de nuestros amigos en Irlanda?, le preguntó Rose desde la cocina al teniente Valdez, quien leía un expediente sentado en el amplio sofá del living de la  “Dama del Oldsmobile”.

-Supongo que, si es que no empezaron ya los tiros, deben estar apostados frente a una casa en la que tal vez se encuentre Carmel. Son ellos más un pelotón de la Interpol que se trasladó a la aldea desde Dublin, preparados para apresarlo con vida. No queremos que muera, especialmente con toda la información que debe tener en su memoria.

-Especialmente la que tiene que ver con su hermano gemelo, apuntó Rosalyn.

-Especialmente, confirmó Valdez.

Rosalyn desembarcó en el living trayendo una bandeja con dos tazas de café y un plato con bizcochos. Valdez continuaba con el expediente en su mano, releyéndolo probablemente. Rosalyn preguntó:

-Hace rato que te veo leer y releer ese expediente, parece que hubieras encontrado algo importante.

-Acabo de hallar una vertiente tan desconocida como intrigante en toda la información que hay sobre Carmel. Algo que nadie ha visto, ni el FBI, ni la Policía de Nueva York, ni los US Marshals, ni la CIA, nadie.

-¿Qué es?, pregunto Rose con curiosidad.

Valdez se acomodó en el sofá como un profesor que está a punto de iniciar una clase magistral frente a una única alumna:

-Todo este tiempo he estado revisando los antecedentes de Carmel Mulligan, que en realidad es Carmel Flanagan según nuestros “scouts” Collins y el periodista y he encontrado algunos senderos que no han sido explorados, tal vez por desidia, por rutina o ignorancia de la comunidad de Seguridad americana, y prosiguió: 

-Carmel está registrado en los archivos policiales y federales como un “sicario”, un asesino profesional a sueldo. Pero hay algo que me ha llamado la atención y tiene que ver con el hecho de que Carmel solo ha intervenido en la muerte de personajes conspicuos del bajo mundo: “dones”, “caporegimes” o miembros de cualquier rango de la llamada “cosa nostra”, señaló y continuó: 

-En medio de la llamada “guerra de las cinco familias”, cuando en Nueva York “se alumbraban a balazos”, Carmel ha tenido la increíble habilidad para “surfear” de un bando a otro de la guerra, de una familia a otra, asesinando a sus principales y más peligrosos miembros y saliendo ileso de semejante “tour de force”. Esto le dio su poderosa reputación de asesino implacable entre el crimen organizado, pero algo pasó inadvertido para los investigadores.

-Dime qué fue...dijo Rose.

-Te doy un ejemplo de ello que ocurrió en un solo día: Empezó con el asesinato, a la mañana temprano, de Jimmy Canto, “caporegime” de la temible familia Alessi. Siguió por la tarde, después del almuerzo, con la muerte de Frank Lontano, el archienemigo de Canto, perteneciente a la familia Colucci, rivales de los Alessi y finalizó, en esa misma noche, con la aparición, en un callejón del “downtown”, del cuerpo de Johnny Milano, enemigo de los otros asesinados. ¡Tres familias atacadas en un solo día!. Tres familias enemigas que perdieron a sus “centuriones” entre la mañana y la noche. Y puedo apostar que las tres creían que Carmel solo liquidaría al que cada una le encargó. Y el tipo asesinó a los tres.

-¿Y nunca lo atraparon?, preguntó la dama.

-Ni noticias del irlandés. Un maestro de la fuga y la desaparición. Se esfumó habiéndole cobrado por adelantado una pequeña fortuna a cada familia para nunca más volver, dijo Valdez, y vino una pausa, y una nueva reflexión:

-Y ahora, mi gran enigma: Sus antecedentes son como un mapa de su propia mente: No aparecen en ellos ni atentados, ni fusilamientos en plena calle, ni asesinatos masivos donde mueren mujeres y niños inocentes. Limpísimos homicidios absolutamente quirúrgicos sin “daños colaterales”.

-Estudiando detenidamente sus papeles y escuchando a quienes lo conocieron en el bajo mundo, puedo decir que Carmel escogía puntillosamente a sus víctimas, y en la mayoría de las veces rechazaba el trabajo si éste no seguía sus condiciones

El teniente hizo una pausa, bebió un sorbo de su café y continuó:

-Más que un asesino, Carmel parecía comportarse como un “anticuerpo”. El tipo sólo liquidaba a gérmenes de su misma cepa, él solo asesinaba a criminales, sean estos de guante blanco o del color que fueran, pero solo miembros del crimen organizado, y eso me resulta tremendamente llamativo, dijo y afirmó:

-Que mis queridos jueces me perdonen pero, entre nosotros y observando su prontuario, creo que podríamos decir que, mientras Carmel estuvo activo en la ciudad de Nueva York, el hijo de puta nos ahorró muchísimo trabajo.

Rosalyn intervino:

-John, estamos hablando de muchos homicidios y sabes bien que no importa la calidad moral de la víctima, sino su asesinato, el cual debe ser castigado.

-Por supuesto que lo sé, mi amor –exclamó el policía- por eso están nuestros hombres en esa aldea de Irlanda, dentro de una casa abandonada, muriéndose de frío junto a un batallón de la Interpol que ha llegado ahí tan solo por la mera posibilidad, repito, la mera posibilidad, ya que ni siquiera podemos confirmar su presencia, de que Carmel se encuentre en la casa donde vive la que fuera la novia de su adolescencia y si es así poder aprehenderlo con vida y traerlo aquí para que enfrente a la justicia.

Rosalyn quedó por un momento pensando y formuló la pregunta que Valdez esperaba:

-¿Pensás que Carmel es en realidad un “justiciero”?

-Honestamente no lo sé, pero parece comportarse como si lo fuera. Cuando lo tengamos hablaremos mucho con él, no sé por qué presiento que tiene muchas ganas de hablar con nosotros.

El viejo reloj dio las 10 con 10 sonoras campanadas, Valdez bebió su café, Rosalyn tomó un bizcochito del plato y, con la última campana, el teléfono sonó.
Rosalyn se levanto prestamente de su silla y Valdez hizo lo propio dirigiéndose los dos al aparato.

El dispositivo que habían instalado para registrar el origen de las llamadas entrantes funcionaba de maravillas y pronto completó los diez dígitos. Valdez leyó el prefijo de la numeración y rápidamente le dijo a Rosalyn:

-¡Es un número de Utah! ¡No lo pierdas!.

Rosalyn levantó el auricular y atendió con toda serenidad:

-Hola... ¿Quién es?

Del otro lado se escuchaba el silencio, aunque se podía percibir que alguien respiraba nerviosamente. Finalmente decidió hablar:

-¿Rosalyn?, preguntó la voz de una niña, de una pequeña niña...

-¿Rosalyn eres tú?, insistió.

-Sí, soy yo... ¿Quién eres?

-Alguien que tiene un paquete para ti...respondió ya más tranquila.

Rose y Valdez se miraron y exclamaron casi al unísono:

-¡Esperanza...!!!

-Sí. Tengo algo para ti y tienes que venir a buscarlo, yo no puedo llevártelo...explicó la pequeña.

-Por supuesto Esperanza, no tengas dudas que iremos cuanto antes, pero por lo pronto mantenlo bien oculto y no le digas a nadie que hablaste conmigo-

-No, nadie sabe que estoy hablando contigo, ni siquiera mi madre...

De inmediato, la niña le pasó su domicilio a Rosalyn. Era casi el mismo que había obtenido con malas artes el ladino Manzanares, solo que ahora estaba completo, con el nombre del distrito, y la ubicación y nombre del rancho en el que Esperanza, la madre y su amiga Amanda vivían. Solo era cuestión de ponerse en marcha.

Rosalyn colgó emocionada y abrazó al teniente Valdez quien buscó tranquilizarla:

-Mi amor, mientras la niña tenga el control del paquete, éste estará seguro, cuenta con todo un rancho para ocultarlo y, en esto, los niños suelen ser muy eficaces. El único problema sería si el enemigo tiene la misma información que ahora tenemos nosotros. 
No quiero pensar qué pasaría si esto ocurre.

 

Del otro lado de la ciudad y a la misma hora.

 

El cubano Manzanares, otrora Johnny Ray, parecía feliz. 

No le importaban la negritud de la noche, ni la cercana amenaza de tormenta ni siquiera toda la soledad que le rodeaba.

El cubano parecía haber alcanzado otra oportunidad en su miserable vida. 

Creía tener en su poder la llave que le abriría la puerta al éxito y la felicidad, que para su retorcida y pobre mente se reducían a una misma cosa: el magnánimo perdón del Amo, alguien que ciertamente no parecía tener el don del fácil perdón, sino todo lo contrario.

Pero el cubano Manzanares caminaba a un metro del suelo sosteniendo en su mano un ridículo papelucho con la mitad de la locación de Esperanza y “los papeles de Norman”. 

El pobre Manzanares no había reparado en el hecho de que Utah tiene una superficie de 219,890 kilómetros cuadrados. Encontrar una casa en semejante espacio era lo más parecido a aquello de “una aguja en el pajar”.

Esa noche, José Manzanares, o Johnny Ray, o el Arcángel Miguel iría a visitar al Amo a su mansión de Staten Island para llevarle la ubicación de lo que él tanto deseaba: los archivos de la investigación desconocida de Norman Blake. Los papeles que le costaron la vida al fantasma y a su hermana, los papeles de la muerte.

Y lo que el iluso, el pobre Manzanares, ignoraba, era que ese no solo sería su último viaje a la isla sino el último de su vida.

Arrancó la hoja de un pequeño cuaderno donde había anotado la dirección de Esperanza, tomo su abrigo y salió de su casa rumbo a su destino.
Afuera la tormenta empezaba a arreciar como si anunciara el Apocalipsis, el Armagedón...el final.

(Continuará en su segunda parte)

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