La noche en el Polideportivo Víctor Nethol fue una postal del momento que atraviesa Gimnasia y Esgrima La Plata. Lo que debía ser una Asamblea Ordinaria para rendir cuentas ante los socios terminó en una verdadera batalla campal: sillazos, botellazos, insultos y dirigentes que debieron escapar a las corridas.
El punto de quiebre se dio cuando el secretario general, Oscar González Arzac, pidió disculpas por la mala gestión, en una reunión que se desarrolló apenas una semana después del polémico balance presentado fuera de término. Allí se informó un superávit de 4.022 millones de pesos, aunque la institución mantiene un pasivo estimado en 11 millones de dólares.
A eso se suman inhibiciones vigentes de cara al próximo mercado de pases y reclamos salariales tanto de empleados como de jugadores, un combo que alimenta la bronca de los socios. Desde las tribunas del microestadio se escucharon los cánticos que reflejan el hartazgo: “¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!”.
En medio del caos, el presidente Mariano Cowen recibió un golpe con un cable de micrófono, mientras que González Arzac fue impactado con una silla. El resto de la comisión directiva también fue alcanzada por vasos y botellas arrojadas desde el público.
Tras un parate obligado, la sesión increíblemente se reanudó. El balance logró aprobarse, pero la memoria y el presupuesto fueron rechazados. La aprobación del balance, según trascendió, buscaba permitir que la próxima Comisión Directiva pueda gestionar un préstamo para cubrir parte del pasivo.
Pero el clima no se calmó. La violencia volvió a estallar y los dirigentes, otra vez, tuvieron que abandonar el recinto entre gritos y empujones. Un reflejo más de la crisis institucional y dirigencial que golpea fuerte en el corazón del Lobo platense.
 
 