Los Pumas llegan al último partido del año con el desafío más bravo del calendario: bajar a Inglaterra en el imponente Twickenham Stadium, ese coloso londinense donde la historia casi siempre les jugó en contra. El seleccionado argentino, que ya tiene confirmada su condición de cabeza de serie para el Mundial, busca cerrar el 2025 con una sonrisa en un duelo que promete intensidad, fricción y un nivel internacional del más alto.
El equipo de Felipe Contepomi aterriza con sensaciones mezcladas. Por un lado, la inyección anímica de la remontada épica ante Escocia, esa victoria que cambió el ánimo de un plantel que perdía 21-0 y terminó abrazado en Murrayfield tras un 33-24 memorable. Por el otro, la certeza de que enfrente estará uno de los rivales más duros que se pueden encontrar: la Rosa, potencia histórica y dueña de un dominio abrumador en el mano a mano.
El historial habla solo: 23 triunfos ingleses, cinco argentinos y un empate. Y los números pesan aún más cuando se repasan los cruces mundialistas, donde Inglaterra ganó cada uno de los enfrentamientos, desde 1995 hasta el doble golpe del 2023. Twickenham tampoco suele ser territorio amable, aunque Los Pumas ya dejaron su huella con dos victorias inolvidables: la de 2006 por 25-18 y la del 2022 con ese ajustado 30-29 que dio la vuelta al mundo.
Para esta prueba mayúscula, Contepomi deberá reacomodar piezas. Hay buenas noticias: regresan Tomás Albornoz, Lucio Cinti y Franco Molina, tres nombres que le devuelven variantes al cuerpo técnico. Pero también hay golpes duros: Mateo Carreras, una de las armas más desequilibrantes, quedó afuera por lesión muscular. A él se suma el forward Efraín Elías, también descartado.
Con los regresos en los backs y Molina listo para meterse entre los forwards, el staff ajusta el XV inicial para enfrentar a la Rosa en su casa, en su templo y en su clima, siempre hostil para cualquier visitante. Y ahí está la misión: dar el golpe donde casi nadie puede, torcer un historial adverso y cerrar el año con un rugido que deje huella.