El fútbol argentino volvió a regalar un episodio difícil de explicar, de esos que solo pueden salir de un cónclave en Puerto Madero. En una reunión del Comité de Primera División, la dirigencia resolvió reconocer a Rosario Central como campeón por haber terminado primero en la tabla anual. Es decir, la Supercopa se definió sin final, sin rival y sin que la pelota rodara.
Entre los presentes que se retiraron con el trofeo en mano estuvo Ángel Di María, escoltado por su entrenador Ariel Holan, el arquero Jorge “Fatura” Broun y el presidente Gonzalo Belloso. La postal: un campeón del mundo cargando un título que no ganó dentro de una cancha, sino después de una deliberación dirigencial.
“Una estrella más para el club”, dijo Di María al salir del edificio, mientras el resto de la comitiva rosarina celebraba el reconocimiento. El Fideo, que regresó al club tras el Mundial de Clubes 2025, finalmente sumó su primer trofeo en el fútbol argentino. Claro que lo consiguió sin disputar una final y sin la adrenalina de un último silbatazo, algo que ni él ni ningún hincha hubiese imaginado.
En redes sociales, el rosarino reforzó su alegría: “Más que merecido”. Lo que no resolvió la publicación es si se refería al esfuerzo del equipo durante el año o a la contundencia del escritorio en el que se estampó la resolución.
El debate estalló inmediatamente: ¿es válido decretar un campeón sin una competencia disputada específicamente para ese título? ¿O se trata de otro capítulo del fútbol argentino, cada vez más condicionado por decisiones políticas y beneficios dirigenciales?
Lo concreto es que Central acumuló 66 puntos a lo largo de los 34 partidos del 2025 y terminó como líder anual, sacándole cuatro unidades a Boca. Ese rendimiento, contundente dentro de la cancha, fue suficiente para que desde la AFA se definiera otorgarle la corona. Una determinación que, lejos de fortalecer la credibilidad del torneo, abrió un nuevo frente de polémica y dejó en evidencia —una vez más— cómo los escritorios siguen teniendo un peso decisivo en el mapa del fútbol doméstico.
En el medio de la discusión, el club rosarino celebró. Di María, que había regresado con la ilusión de “ser campeón con Central”, cumplió su deseo. La curiosidad: lo hizo sin jugar una final. Un detalle más para el anecdotario eterno del fútbol argentino, donde siempre puede pasar algo más… incluso coronar un campeón sin que la pelota toque el pasto.