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Murió Daniel Willington, leyenda de Vélez y Talleres: el genio que jugaba con una sonrisa

El fútbol argentino despide a Daniel Willington, uno de los grandes talentos de los años 60 y 70. Ídolo en Vélez y Talleres, su estilo elegante y su amor por la pelota lo convirtieron en un símbolo eterno del juego bien jugado.

Lunes, 03 de noviembre de 2025 a las 19:01
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En 1968 logró el Campeonato Nacional con Vélez, siendo el primer título de "El Fortín".

"Se fue mi ídolo de chico junto con 'Pichino' Carone campeones del '68", me escribe mi primo Ernesto -fanático como yo de Vélez- al enterarse de la muerte de Daniel Willington este lunes a los 83 años. 

Daniel fue una leyenda del fútbol argentino. Un talentoso volante, clásico 10, emblema de Vélez y también recordado por su paso por Talleres de Córdoba, el que dirigía Ángel Labruna en los '70. El Fortín y la T son los dos primeros clubes en los que jugó y también los que le dieron cierre a su carrera como futbolista. Además, fue director técnico de ambas instituciones.

Con la muerte de "El famoso cordobés", como lo apodaban, el fútbol argentino perdió a uno de sus jugadores más admirados y queridos, dejando una huella imborrable en la historia grande del deporte nacional.

Debutó en Talleres a sus 16 años en 1958 y luego pasó a Vélez donde jugó nueve temporadas..

Willington fue un futbolista distinto, de esos que hacían del juego un arte. Con una zurda precisa, una visión de campo inusual y una personalidad tan fuerte como encantadora, se ganó el respeto de los rivales y el amor incondicional de los hinchas.

"Y ya lo ve, y ya lo ve, es el famoso cordobés” y “En Alemania Beckenbauer, en Brasil el Rey Pelé, y aquí en la Argentina, Daniel Willington y su ballet”, eran las canciones que salían desde la tribuna de Vélez en los años 60 y 70. 

Nacido en Santa Fe, criado en Córdoba, Willington debutó en primera división en Vélez Sarsfield a comienzos de los años 60. Volante ofensivo muy técnico y de toque lujoso, creador de juego y autor de goles exquisitos, el futbolista de paso cansino que usaba el número 10 pronto se convirtió en ídolo. Y fue pieza vital en el título conquistado en el Campeonato Nacional 1968 junto a figuras como Miguel Ángel Marín, Luis Gallo, Carlos Bianchi y Omar Wehbe y Carone. En ese entonces se transformó en un símbolo del club. Aquella conquista quedó grabada en la historia del “Fortín” y en la memoria de todos los que lo vieron jugar.  Su primer ciclo en Liniers finalizó en 1971 al ser transferido a Veracruz de México.

Pelé dijo que Willington era el mejor jugador del mundo. En un amistoso jugador entre Vélez y Santos en 1969.

Regresó al país para jugar en Huracán -el boxeador Oscar Ringo Bonavena le compró el pase-, Instituto y Talleres de Córdoba, donde también se convirtió en ídolo. Su paso por la “T” coincidió con una etapa dorada del club, que comenzaba a consolidarse como una de las potencias del interior del país. Finalizó su carrera, ya veterano pero con su calidad intacta, en 1978 volviendo a ponerse la casaca velezana. Y tuvo un tercer ciclo en Vélez: como técnico en 1988-89. En total jugó 211 partidos y metió  68 goles en El Fortín.

En el equipo cordobés tuvo dos etapas (la segunda fu entre 1974 y 1976), marcó 66 goles.

En cada cancha, Willington desplegaba su talento con una mezcla de picardía y elegancia que lo hacía inconfundible. “A mí me gustaba jugar y hacer jugar. No necesitaba correr, la pelota lo hacía por mí”, solía decir con ironía y sabiduría. Esa frase resume su estilo: inteligencia, clase y una relación especial con la pelota. Alguna vez Pelé maravillado por su juego señaló que era el mejor jugador del mundo. 

En 1974, en un clásico Talleres-Belgrano convirtió uno de los goles más recordados del fútbol cordobés: un tiro libre desde lejos, a casi 30 metros del arco celeste, en la cancha del barrio Alberdi, que le dio a Talleres el título de la Liga Cordobesa y marcó el inicio de una nueva era albiazul.

"Desde entonces, en el mundo han triunfado revoluciones y golpes de Estado, han entrado en erupción volcanes fabulosos y han caído vastos imperios con todo lo clavado y lo plantado. El gol de Daniel Willington, sin embargo, continúa siendo eterno", escribió el poeta Daniel Salzano sobre aquel inolvidable tanto. 

En los últimos años, se mantuvo ligado al fútbol desde el afecto, la memoria y el reconocimiento permanente de hinchas de todo el país. Su nombre se volvió sinónimo de fútbol bien jugado, de respeto por el rival y de amor por el deporte.

La estatua inaugurada hace unos años en la sede de Vélez.

Hoy, tanto Vélez Sarsfield como Talleres de Córdoba expresaron su dolor por su muerte. En las redes, exjugadores, periodistas y fanáticos despidieron a Willington con mensajes llenos de gratitud y emoción. Así como el de mi primo. 

Daniel Willington fue mucho más que un gran jugador: fue una inspiración. Un futbolista que representó la alegría de jugar por jugar, el talento sin artificios y el espíritu genuino del fútbol argentino.

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