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Sábado 31 de Mayo, Neuquén, Argentina
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Huracán - Platense: la pasión de origen de dos valletanos por elección

Hugo es del Globo y Gerardo del Calamar, los dos se instalaron en Neuquén por cuestiones laborales, pero el club del barrio juega una final por un título en el fútbol de la Argentina. Sus historias.

Viernes, 30 de mayo de 2025 a las 19:36

"El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar. No puede cambiar de pasión”, la frase extraída de la película “El Secreto de sus Ojos” es una síntesis perfecta de lo que representa este Huracán Platense del domingo por el título del Apertura en la Liga Profesional de la Argentina.

Hugo Herrera es del Globo y vivió toda su infancia y adolescencia en la calle José C Paz porteña, “a seis cuadras de la cancha del Globo”, como él mismo simplificó.

Gerardo Burton es del Calamar, nacido en Núñez “a cuatro cuadras de la cancha de Manuela Pedraza y Cramer, previo a la mudanza del club a Vicente López (en 1979)”, tira las coordenadas el porteño.

Ambos forman parte de la gran cantidad de neuquinos arraigados a la región por cuestiones laborales, también con similitudes, ya que al “Quemero” lo trasladó su pasión por el arte, la narración y la escritura; mientras que al “Calamar” una buena propuesta de ponerse a escribir en el desaparecido Diario de Neuquén en 1986.

El paso de los años, contados en temporadas futboleras, ya han superado largamente las 30 para ambos en Neuquén, hasta que esta increíble campaña de los equipos dirigidos por Frank Kudelka y la dupla Sergio Gómez-Favio Orsi los cruza en un mano a mano directo por la vuelta olímpica en la lejana Santiago del Estero.

“Es una final increíble, de dos clubes de barrio. Lo que son las vueltas de la vida que por cábala yo tenía por costumbre leer un cuento llamado ´Motorola´(de Eduardo Sacheri), en el que se relata la pelea de Platense con el descenso. Yo le ponía cosas de Huracán, lo adaptaba. En mi versión, el Globo descendía, en la de la Sacheri, Platense zafaba”, confía “El Hache” seudónimo que adoptó de un picado de pibe, cuando la casaca histórica de Huracán con una “H” en el pecho motivó el rápido apodo de sus compañeros ocasionales.

Del otro lado de la vereda, a Gerardo hasta le da pudor la requisitoria. Asume un dejo en la pasión con su traslado a la Patagonia, aunque estos momentos tan especiales rememoran todos los recuerdos. “Me críe cerca de la cancha vieja, la que estaba en el barrio de Núñez. De chico era ir todos los días al club, a la cancha. No somos muchos los de Platense que andamos por acá”, asume entre risas y la nostalgia de esa lejana niñez y adolescencia de los ´50, ’60 y ‘70 en plena Capital Federal.

Literatura

Gerardo, pese a la “culpa” por no haber continuado germinado esa pasión tan propia de su crianza, también tuvo un capítulo especial en un libro de su autoría construido en 2013 llamado “Tranvía 4”.

Allí, entre poemas dedicados a la familia y la historia política del país, hay espacio también para el club. “Platense: el fútbol copió el marrón del río: barro y gramilla, musgo del pavimento el potero al lado y barcos de papel hacia la alcantarilla”, lo describe en un fragmento.

El Hache” no sólo readaptó textos de Sacheri relacionados al fútbol, ha escrito también los propios. “Este año no llegué a concursar, pero Huracán tiene presencia en la feria del libro continua hace más de 20 años, con textos relacionados al fútbol y el deporte en general”, cuenta. “Tenemos un lema que es ´Somos familia´ y para mi eso es mi club. Un club con una presencia social muy importante en una zona de Buenos Aires históricamente castigada”, describe.

Ninguno de los dos viajará a Santiago para ver el mano a mano en la cancha. A la distancia, como han mantenido su amor por los colores y sus orígenes, ambos vivirán un domingo especial. "El Hache" irá por su segunda vuelta olímpica de un título de Liga en 66 años, tenía 14 cuando se consagró el famoso Huracán del '73.  Gerardo por su primera, a punto de cumplir los 74 de vida en lo que sería, sin duda, un regalo increíble, tal vez con el que alguna vez apenas se haya atrevido a soñar. 

 

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