La “maldición” del Balón de Oro vuelve a ser tema en la antesala de la Copa del Mundo que se disputará en 2026 en Estados Unidos, Canadá y México. El último caso, el de Karim Benzema, refuerza una tendencia que se extiende por más de seis décadas en el fútbol internacional. El francés, distinguido como el mejor jugador del planeta en 2022, se perdió el Mundial de Qatar por lesión y nunca pudo romper el maleficio que persigue a los ganadores.
El prestigioso premio que entrega la revista France Football, símbolo de excelencia individual desde 1956, parece venir acompañado de un destino adverso en la máxima cita de selecciones. La mayoría de los futbolistas distinguidos vieron frustradas sus aspiraciones mundialistas, ya sea por eliminaciones tempranas, finales perdidas o, directamente, por no poder estar presentes en el torneo.
Los ejemplos abundan: Alfredo Di Stéfano quedó fuera de Suecia 1958 porque España no clasificó; Johan Cruyff perdió la final de 1974 frente a Alemania; Roberto Baggio erró el penal decisivo en Estados Unidos 1994; Ronaldo Nazario sufrió un colapso antes de la final de 1998; Ronaldinho se despidió en cuartos en 2006; y ni Lionel Messi ni Cristiano Ronaldo, dueños absolutos del galardón en la última década y media, no lograron coronarse en los mundiales inmediatos a sus conquistas.
Algunas excepciones rozaron la gloria, como Zinedine Zidane o Xavi Hernández, pero lo cierto es que nadie logró levantar el trofeo de la FIFA después de haberse consagrado como el mejor del mundo. Este lunes, en París, un nuevo nombre se sumará a la lista.