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Jueves 18 de Diciembre, Neuquén, Argentina
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Tres años después de Qatar: cuando la felicidad fue de todos

A tres años de la obtención de la Copa del Mundo, el recuerdo de una Argentina unida por la alegría sigue intacto.

Jueves, 18 de diciembre de 2025 a las 11:31
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Hace tres años, exactamente, Argentina se detenía. El tiempo parecía suspendido mientras esperábamos que el árbitro polaco Szymon Marciniak diera el pitazo inicial en el Estadio Lusail. No importaban las diferencias, las urgencias ni las discusiones: 46 millones de argentinos compartíamos una misma expectativa, una misma ilusión, un mismo latido.

Haga el ejercicio, estimado lector, estimada lectora. Vuelva mentalmente a ese domingo de diciembre de 2022. ¿Dónde estaba? ¿Con quién? ¿Qué sentía en esas horas previas a la final contra Francia? Seguramente repasaba las redes sociales, inundadas de memes, cábalas, videos caseros y canciones que hoy ya son parte de la memoria emocional del país. La abuela festejando en la vereda, los balcones vestidos de celeste y blanco, las calles que empezaban a llenarse antes de que rodara la pelota.

Durante ese Mundial, y especialmente en la final más dramática de la historia, cada gol fue un grito colectivo, cada atajada un abrazo con desconocidos, cada victoria una confirmación de que todavía éramos capaces de encontrarnos en algo común. Lloramos juntos. Gritamos juntos. Nos abrazamos sin preguntar a quién votaba el otro, de qué trabajaba o cuánto ganaba.

Esa selección generó algo que va más allá del fútbol. Una simbiosis perfecta entre jugadores y pueblo, entre esfuerzo y recompensa, entre talento y sacrificio. Lionel Messi levantando la Copa fue también la imagen de millones sintiendo que, por una vez, el sueño se cumplía hasta el final.

La felicidad de Qatar funcionó como un bálsamo. Durante semanas —quizás meses—, la vida cotidiana se volvió más liviana. Los problemas no desaparecieron, pero parecían más llevaderos. Había una sensación de igualdad emocional, una certeza compartida: habíamos sido campeones del mundo y nadie podía quitarnos eso.

Hoy, a tres años de aquel día eterno, el recuerdo sigue intacto. La Copa sigue brillando en la memoria colectiva como un refugio emocional al que volvemos cada vez que vemos un resumen, escuchamos “Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar...” o revivimos los penales de la final. Qatar 2022 quedó grabado como uno de esos raros momentos en los que la felicidad no fue individual, sino profundamente colectiva.

Tal vez por eso sigue siendo tan poderosa. Porque nos recuerda que, al menos una vez, fuimos todos lo mismo: una multitud celebrando, llorando y creyendo. Y porque, aunque el tiempo pase, hay alegrías que no envejecen.

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