NEUQUÉN

MPN: el poder amenazado ¿o favorecido?

La singularidad del proceso político neuquino parece instalar una bisagra histórica en la coyuntura, en medio de una implosión general de estructuras institucionales.
domingo, 11 de diciembre de 2022 · 10:11

Pocos podrán discutir o negar la singularidad de la coyuntura política antes de las elecciones del 2023 en Neuquén. Es más: no solo se distingue por el cisma (¿circunstancial?) que sacudió al MPN, sino por su efecto en las otras estructuras políticas que funcionaban a modo de coaliciones opositoras. Ni Juntos por el Cambio estará junto, ni el Frente de Todos será de todos; y aquí asoma la primera hipótesis buscando una solución a tantas contradicciones, la del fin del poder del MPN o la renovación del mismo bajo otras formas.

La primera certeza es que la necesidad de cambio en Neuquén pinta un cuadro con colores propios. La situación puede enfocarse en el dilema de provincia rica o provincia pobre, según los indicadores estadísticos a los que se les de prioridad para justificar el análisis. De esa contradicción, parten todas las explicaciones para sostener la teoría de la necesidad de un cambio para el efecto derrame de Vaca Muerta; y de quién podría sintetizar mejor un cauce para ese eventual proceso.

La segunda certeza es que el contexto nacional influye desde la diáspora: la condena judicial recibida por la vicepresidente y líder principal del peronismo siglo 21, Cristina Fernández-Kirchner, derivó en su declaración de “renunciamiento” a cualquier candidatura, y abrió la tranquera para entrar al Jardín de los Senderos que se Bifurcan a toda la política argentina, también con efecto general y no centralizado en el peronismo solamente.

La tercera certeza es que en Neuquén la escena principal enfoca el cisma en el MPN, con Marcos Koopmann del lado de la corrección sacrosanta, y Rolando Figueroa ubicado en el caldero de la herejía.

La cuarta certeza deriva de la anterior, y es interpretar si solo hay dos candidatos, los nombrados, para discutir realmente el poder del voto; o si el escenario aceptará un tercero y aún un cuarto para discutir el resultado de la contienda. Esta descripción de una realidad evidente acepta dos teorías políticas, esgrimidas desde las coaliciones opositoras de la última década: la que desarrolla el PRO, con Marcelo Bermúdez, sosteniendo que solo Koopmann y Figueroa tienen chances verdaderas, y que el primero representa la continuidad de los funcionarios actuales, mientras que el segundo es el emblema del cambio; y la que ha optado por elegir Ramón Rioseco, respaldado por el senador Oscar Parrilli y (se supone) por la condenada Cristina Kirchner, al aseverar que no hay que aceptar el convite de los renegados del MPN para ganarle al MPN, sino insistir en plantar la bandera de la opción realmente opositora a ese “modelo agotado”.

Llamativamente, coinciden en la “teoría” filo peronista de Rioseco, el radicalismo con la candidatura todavía en firme de Pablo Cervi (matizada por un acuerdo concreto en el distrito capitalino, para respaldar a Juan Peláez a la intendencia); y el filo liberal fenómeno de los últimos meses a nivel nacional, Javier Milei, quien por estos días vendrá a Neuquén para levantar la mano de quien es su candidato, Carlos Eguía.

Así, este pequeño cúmulo de certezas obvias que surgen de la coyuntura, plantea un dilema que la elección tal vez resuelva: ¿está el MPN amenazado realmente en su larga continuidad en el poder político de la provincia? ¿O, por el contrario, será beneficiado nuevamente, para reciclar esa continuidad bajo otro formato, acorde con las exigencias de una sociedad en permanente cambio?

El material concreto que se podrá ver en los meses urgentes del año que viene, permitirá emular, tal vez, la magistral tesis que Giuseppe Tomasi di Lampedusa expuso en su única y gran obra, que Luchino Visconti llevó al cine, y que fue titulada, emblemáticamente y para siempre, Il Gattopardo.

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