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Sábado 01 de Noviembre, Neuquén, Argentina
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La libertad es vivir en una provincia que funcione

Neuquén no se construye desde un micrófono de Buenos Aires, se construye desde la tierra, desde el interior, desde la gestión real.

Sabado, 01 de noviembre de 2025 a las 13:04
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Neuquén habló en las urnas, y lo que dijo el voto neuquino no es solo una cifra, es una advertencia, una frontera, una definición de identidad. Sí, La Libertad Avanza ganó en el departamento Confluencia, ganó en la Capital, ganó en la zona de Los Lagos. Ganó con el ruido del desencanto y el eco de la bronca. Pero no ganó Neuquén. Porque Neuquén no se construye desde un micrófono de Buenos Aires, se construye desde la tierra, desde el interior, desde la gestión real.

Ahí  -en los pueblos, en las rutas, en los municipios que siguen funcionando- Neuquén sigue de pie. Hay quienes festejan el “voto de castigo”. Lo llaman cambio.  Pero cambio no es destruir lo que funciona. Cambio no es gritar más fuerte que los demás. Cambio es mejorar, corregir, avanzar sin romper lo esencial: la estabilidad, la producción, la identidad provincial.

Neuquén no necesita libertarios de escritorio que repiten frases de manual. Necesita dirigentes con los pies en la tierra, que sepan lo que cuesta levantar una escuela, lo que implica sostener un hospital, o mantener encendida una usina en el invierno patagónico.

Desde Buenos Aires se habla fácil. Se promete libertad, se promete que el mercado arregla todo. Pero acá sabemos que cuando el Estado se retira, no llega la libertad, llega el abandono. Y eso, los neuquinos, lo aprendimos hace tiempo. Para muestra solo un botón: cuántos gobiernos pasaron para terminar el puente La Rinconada, cuántos Jardines de infantes quedaron sin terminar. Neuquén, con sus errores y aciertos, representa algo mucho más profundo que una alianza electoral.

Es la defensa del territorio, de la autonomía provincial, del trabajo de miles de neuquinos que cada día sostienen la economía real. Eso nació de la necesidad de proteger lo nuestro, cuando los gobiernos nacionales nos daban la espalda. Hoy, otra vez, hay que defenderla. Porque el proyecto libertario que intenta imponerse desde Buenos Aires no entiende ni le interesa entender cómo funciona una provincia productora, cómo se sostiene un sistema energético, cómo se equilibra desarrollo con inclusión.

Pretenden privatizarlo todo, reducir el Estado a una calculadora, y llamar “libertad” a dejar a la gente librada a su suerte. Neuquén no puede darse ese lujo. Neuquén no puede entregarse al experimento de quienes nunca gobernaron nada. La provincia es el corazón energético de la Argentina. Eso exige seriedad, gestión, y previsibilidad.  No consignas vacías, ni caprichos de redes sociales.

 Por eso, cuando escucho decir que hay que achicar el Estado, me pregunto: ¿Cuál Estado quieren achicar?¿El que construye escuelas rurales?¿El que lleva agua a los parajes?¿El que paga los salarios de médicos y docentes?¿O el que protege a las familias que quedaron afuera del sistema?

Porque, si se trata de ese Estado, achicarlo es empujar a miles al borde del abismo. Y cuidado con la trampa del “antisistema”. Muchos creen que el enojo es revolución, cuando en realidad puede ser el principio de un retroceso. Detrás del discurso de la libertad sin límites, hay un modelo que concentra, excluye y desmantela derechos, y, en Neuquén, eso no es novedad: Ya vimos lo que pasa cuando las decisiones se toman lejos de la provincia.

Por eso, Neuquén debe sostenerse y fortalecerse. Porque es más que una sigla: es una manera de gobernar cerca de la gente. Con intendentes que conocen cada barrio, con obras que no se anuncian en cadena nacional, sino que se hacen con pala, con gestión y con presencia. El desafío ahora es político y moral. Defender la provincia no es cerrar los ojos ante los errores propios, sino tener la madurez de corregirlos sin entregarse al grito fácil.

Neuquén tiene problemas, claro que sí: hay desigualdad, hay inflación, hay deuda social. Pero no se resuelve destruyendo lo que sí funciona. Neuquén tiene que asumir este momento con firmeza. Reafirmar su rumbo, volver a estar cerca de la gente, y no dejar que el discurso porteño se meta en nuestra agenda. Porque Neuquén no necesita gurúes libertarios que jamás pisaron Añelo, ni opinadores de redes que nunca hablaron con un trabajador petrolero.

Necesita gobernantes que conozcan la provincia, que la caminen, que la vivan, y que la defiendan cuando desde afuera vienen por sus recursos. No hay que tenerle miedo a las urnas. El voto libertario fue un mensaje, sí.  Pero no fue una sentencia. La política neuquina tiene la oportunidad de leerlo, de escuchar el malestar sin rendirse al extremismo. Porque la gente no votó para destruir, votó para ser escuchada. Ahí está el desafío: transformar ese enojo en gestión, en soluciones concretas, no en fuegos artificiales.

Neuquén no es tierra de slogans, es tierra de trabajo. Y lo que hace falta hoy es trabajo político, presencia estatal, compromiso real. No necesitamos que nos digan qué hacer desde un escritorio en Capital, ni que nos digan que “el Estado sobra” . En Neuquén, el Estado es el que garantiza que el desarrollo llegue a todos.

Por eso lo digo sin vueltas: Defender Neuquén hoy es defender el futuro. Defender nuestra autonomía, nuestros recursos, nuestra capacidad de decidir sin tutelas externas. Neuquén no puede ser laboratorio de ideologías importadas. Debe ser ejemplo de autonomía, de trabajo y de política cercana.

A los que llegaron con discursos incendiarios: Bajen el tono, conozcan la provincia y hablen con la gente real. Y a quienes gobiernan Neuquén: escuchen, corrijan, gestionen, porque hoy más que nunca la defensa de Neuquén depende de ustedes. La libertad no es destruir el Estado. La verdadera libertad es vivir en una provincia que funcione.

 

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