Alicurá, El Chocón, Cerros Colorados y Piedra del Águila, son las represas que, si se cumple el plan, serán adjudicadas antes de fin de este año, después que se abrieran los sobres con las ofertas presentadas para adquirir el 100 por ciento del paquete accionario puesto en juego en una licitación que fue varias veces postergada, y demorada, en medio de los siempre difíciles tiempos políticos argentinos. El proceso incluyó, a regañadientes, la participación de los gobiernos de Rolando Figueroa y de Alberto Weretilneck, que procuraron introducir en los pliegos algunas condiciones, fundamentalmente para poner en valor la propiedad del recurso (el agua), que le corresponde a las provincias.
Las empresas que ofertaron por el paquete de operación de las represas licitadas, fueron IPS Renewal SA, Central Puerto, Central Costanera, Hidroeléctrica Futaleufú (conformado por Genneia, Aluar y Futaleufú), BML Inversora SAU, Enel Argentina, AES Argentina Generación, Pampa Energía y Edison Inversiones SAU. Las adjudicaciones serán definidas, fundamentalmente, por el gobierno de Javier Milei. Implicarán, en lo inmediato, más de 500 millones de dólares para el Estado. Pero, lo que está en juego, es poner en la práctica reglas de juego muy claras, que concreten el beneficio para las provincias productoras -en este caso, Neuquén y Río Negro- sin poner en riesgo condiciones ambientales y de seguridad.
No es un tema para el bajo perfil, sino todo lo contrario, pero por ahora está condenado a publicaciones técnicas y de público acotado, tal vez porque el aluvión de cuestiones económicas concentra el foco, todavía, en el comportamiento financiero. Pero es sumamente importante, y jugará esa importancia en los próximos 30 años, más para Neuquén que para Río Negro. Es así porque Neuquén tiene un plan agresivo, que, con un poco de suerte, se implementará gradualmente dentro de relativamente poco tiempo, para aumentar drásticamente las hectáreas bajo riego en su territorio, e incrementar de esa manera una posibilidad de producción agro-industrial sustentable que tenga mucho más relevancia que lo que actualmente tiene en la torta económica general de la provincia.
Para eso, es muy importante coordinar estratégicamente el uso del recurso hídrico, con eje en los dos grandes ríos, el Neuquén y el Limay. El segundo tiene casi todas las represas, el primero, solo las del complejo Cerros Colorados; pero sí tiene el proyecto de otras represas, como Chihuidos, que no solo son importantes en función del cálculo de beneficios potenciales, sino muy necesarias para una mejor seguridad de poblaciones aguas abajo. Los ecos del desastre que no fue (de casualidad) en 2006, cuando se registró una gran crecida del Neuquén, todavía resuenan en la conciencia de los expertos.
Estas son solo algunas de las cuestiones que no debería perderse de vista en la agenda de las cosas importantes para Neuquén, complementarias al gran momento de desarrollo de Vaca Muerta. Todos los recursos que puedan acotarse o quitarse del rubro gastos corrientes, para aplicar a la gran necesidad estructural del crecimiento económico, podrían contribuir a que el futuro se acerque a este presente promisorio. Ojalá que la política neuquina incorpore definitivamente una proyección estratégica sustentable que sea política de Estado, sin sucumbir a las exigencias sectoriales de cada coyuntura.