Esta semana hemos estado hablando en el programa de una situación muy preocupante… un caso de “presunto” abuso sexual infantil en Centenario. Tengo que decir “presunto” porque parece que ahora nos quieren convencer que tal vez fue una falsa alarma. Que lo que algunos vieron como evidencia clara de una situación de abuso infantil, tal vez sería solo una pequeña niña algo sucia por juegos propios de la edad… así de patético e irritante como lo cuento.
Las respuestas institucionales en la Provincia del Neuquén nos vienen como cachetazos inesperados. De nuevo una larga lista de funcionarios que no parecen cumplir lo que deben o lo que se espera de ellos. De nuevo la actitud del mínimo esfuerzo, de apresurarse a encontrar la forma de sacarse la situación de encima.
La actitud del avestruz que esconde la cabeza y espera que lo que incomoda pase. Pero los abusos no pasan y los daños no se curan. Conocimos y difundimos esta semana que el domingo pasado, terminando ya la tarde, en Centenario, en la zona de la Escuela Primaria 204, sobre la Ruta Provincial 7, hubo una intervención policial que involucró a una persona de 43 años en una situación no muy clara con una menor de 3 años.
El personal policial al llegar al lugar encontró un vehículo estacionado sobre la banquina de ruta, y en una zona cercana de chacra. Esa persona mayor con la menor que estaba semidesnuda y en estado de angustia. La policía pudo intervenir en ese momento gracias a la noticia de un vecino que vio y se preocupó, o, al menos, le llamó la atención lo extraño de la situación.
Porque… Señores del Poder Judicial… Fiscales… médicos forenses… al menos aceptemos que es extraño encontrar a una niña de 3 años, en la vía pública, a la vista de otras personas, semidesnuda y en estado de angustia ¿O en la extraña lógica judicial, eso es normal y no merece ninguna intervención de autoridades policiales y judiciales?
Acá el primer punto que quiero destacar: un vecino, una persona como cualquiera de nosotros, no hizo la vista al costado: Vio, se preocupó, y avisó para que las autoridades que deben hacerlo, tomen intervención. Bien por ese vecino. Felicitaciones. Es el ejemplo de compromiso ciudadano auténtico.
Gracias a ese aviso, se presentó la policía, intervino, identificó y condujo a la menor al hospital de Centenario. En el medio, se pudo establecer que ese adulto de 43 años sería el padre de la niña de 3. Y, mientras el procedimiento policial ocurría, se hizo presente en el lugar quien sería la madre.
Los médicos de guardia del hospital revisaron a la niña y encontraron lesiones internas compatibles de abuso. Lo que podrían ser indicios de abuso sexual infantil. Revisaron a la niña, y aplicaron las reglas de su ciencia médica. No es que fabularon o se limitaron a repetir lo que otras personas, no médicas, podrían haber dicho.
Revisaron e informaron posible abuso sexual infantil en esa niña de apenas 3 años. Bien por los policías de Centenario y bien por los médicos del hospital de Centenario. Hasta acá los reconocimientos y aplausos sinceros: Para ese ciudadano, para la policía y para el personal médico de Centenario.
Con esos hallazgos tan impactantes, con la información médica sobre indicios de posible abuso sexual infantil, el personal policial pidió directivas al Fiscal especializado en turno. Quien parece, resultó ser el Dr. Guillermo Prime. Y la directiva recibida fue que identificaran al padre de la niña, y lo dejaran en libertad en forma inmediata.
No es broma ni estoy haciendo una adaptación de los hechos para dramatizar. Ante una sospecha de abuso sexual infantil con informe médico de la guardia del hospital, el Fiscal entendió que no había mérito para detener.
Claro… era domingo a la tarde-noche. Por ahí, si se detiene a una persona, habría que pedir audiencia ante Juez de Garantías, imagino. Pedir la prisión preventiva. Realizar varias labores que en el caso se prefirió no hacer. Entonces el padre fue puesto en libertad, para que regrese a su casa con la niña de 3 años.
No me quiero imaginar la angustia de la niña que había pasado por esa situación que motivó la intervención policial. Y la angustia y frustración del vecino, del personal policial, del personal médico. Imagino que más de una de todas estas personas que actuaron el domingo pasado, pensando en proteger a la niña, deben haber pensado en ella.
El Fiscal, imagino que de manera telefónica… a partir de lo que le relató el personal policial de Centenario, entendió que la situación no daba para una detención ni para una causa judicial penal ¿Y la niña? ¿Su angustia? ¿Y su semi desnudez a las 7 y pico de la tarde del domingo a la vera de la ruta? ¿Y su paso por un examen físico en la guardia del hospital?
Nada. Abandono y desinterés. Luego, en la semana, como el Poder Judicial desconfía de los informes médicos que no se producen en su interior por sus propios médicos forenses, se sometió a la niña a un segundo examen, invasivo e indigno. Y ahora… el médico forense del Poder Judicial parece que afirmó que no había signos de abuso sexual… que los médicos del hospital de Centenario se habrían equivocado… que no habría –parece- más que alguna irritación… falta de higiene y algún proceso infeccioso en la zona.
Entonces, todo habría sido, desde la visión tan especial del Fiscal y el médico forense, más que una falsa alarma. Algo que no constituiría delito penal. Que no sería abuso sexual infantil. Tal como lo contempla el Código Penal Argentino.
Cómo cuesta entender todo esto, la verdad. Qué difícil es para los ciudadanos entender como puede ser que ciudadano, policía, médicos públicos, vean algo irregular; y el Fiscal y el médico forense vean lo contrario.
Esta semana hablé en el programa de las “dos bibliotecas” de las que suelen hablar en los medios jurídicos y judiciales. No estoy de acuerdo. No pueden existir dos bibliotecas. Si una de ellas pretende desproteger a la niñez ¿Se puede ser tan perverso como para sostener que habría una “biblioteca” que oculta la realidad de lo que vieron personas distintas en distintos tramos de una situación? ¿Y los derechos de la niña?
Tanto que hablan y hablan de su interés superior, de la protección, de su vulnerabilidad. Crean cargos y cargos carísimos, y solo se miran los ombligos y se pasan horas mirando los listados de concursos a los que se pueden presentar para ascender y alejarse cada vez más y más de la realidad, de la gente, de sus deberes como funcionarios y como personas.
Si no fue abuso sexual infantil, no tenga dudas, Señor Fiscal y Señor Forense, que ha sido abuso humano; que ha sido –y es- abandono, maltrato, vulneración real y comprobada a su derecho a la salud, a su integridad, a su dignidad.
Encontrar una niña de 3 años, semidesnuda y angustiada, en la vía pública, debió activar multiplicidad de alarmas, intervenciones de protección, se tendrían que haber peleado para ver qué funcionario llegaba antes y en mejores condiciones para ayudar, para contener, para cuidar.
Solamente activaron el botón de “apagar” el servicio de justicia penal. Así pueden seguir en la nada que brindan a la sociedad que exige mayor seguridad, mayor intervención judicial, condenas firmes, reconstrucción de la paz y la tranquilidad que no tenemos.
Y no queremos escuchar ahora explicaciones de que no era un caso del fuero Penal, que era un caso del fuero Familia, o de la Defensa Pública, o de los dispositivos del Poder Ejecutivo provincial o municipal, o bla blá blá… porque para las excusas y explicaciones tardías son buenísimo.
Lo único incontrastable es que esa niña de 3 años, ha estado y sigue en situación de desamparo, y los funcionarios judiciales han agravado esa situación. Nosotros, como ciudadanos y como comunicadores, hemos cumplido nuestro rol al poner de manifiesto… y ahora al cuestionar la pasividad y las anteojeras con las que miran la realidad.
Sepan, señores Fiscal y Forense, que la apatía, el desgano, el desinterés, la soberbia, la falsa creencia en el superior conocimiento científico, causan daño, provocan consecuencias, lastiman y generan heridas de por vida en la dignidad e integridad de muchas personas.
Tuvieron la oportunidad de virar el mal curso de las cosas sobre una niña de 3 años, pero no lo hicieron. El desgano y la soberbia institucional causan daños irreversibles en la niñez, y generarán consecuencias y responsabilidades.