José Manuel López, conocido como “El Flaco”, estuvo al borde del retiro en Independiente por un grave problema en la cadera. La lesión lo obligó a replantearse su futuro: “Tuve un problema que casi me hace dejar el fútbol. Tenía una lesión en la cintura, en los huesos, que casi no me dejaba caminar. Pensé en dejar un tiempo, pero las ganas fueron más fuertes”, recordó en una entrevista.
Nacido el 6 de diciembre de 2000 en San Lorenzo, Corrientes, López comenzó jugando en Club El Progreso y luego en Club Atlético Saladas antes de llegar a Independiente con apenas nueve años. Allí completó todas las inferiores, pero la lesión en Sexta lo puso al límite.
Tras quedar libre del Rojo, la carrera de López parecía estancarse, pero el destino le dio una segunda oportunidad en Lanús. En 2017, tras una prueba con el Granate, se sumó a la Quinta División y, más tarde, fue cedido al Club Atlético Colegiales de Tres Arroyos en la Liga Regional. Lejos de desanimarse, López se convirtió en el goleador del equipo y pieza clave para el ascenso, demostrando resiliencia y determinación.
De regreso a Lanús, su talento explotó en Primera División. Debutó el 3 de enero de 2021 ante Patronato y seis días después anotó su primer gol frente a Rosario Central. Formó una dupla letal con José Sand y terminó entre los máximos goleadores de la Liga Profesional 2021, con 13 tantos. Su rendimiento despertó el interés de River, pero finalmente fue vendido a Palmeiras por siete millones de dólares por el 70% del pase.
En Brasil, López consolidó su carrera: jugó 156 partidos, convirtió 47 goles y se convirtió en el goleador del Verdao en la Copa Libertadores 2025 con cinco tantos en seis encuentros. Su crecimiento constante no pasó desapercibido y Lionel Scaloni lo incluyó en la prelista de la Selección Argentina, convirtiéndolo en la gran sorpresa del momento.
La historia de José López es un ejemplo de superación y actitud: de pensar en colgar los botines a ser figura en el fútbol brasileño y romperla en la consideración de la Selección. Su camino demuestra que, incluso en los peores momentos deportivos, la perseverancia y la pasión pueden abrir nuevas puertas.