En un movimiento que mezcla sensibilidad social y cálculo electoral, el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, anticipó que el EPRE no autorizará el aumento del 13% solicitado por Edersa, la distribuidora eléctrica que controla el servicio en gran parte del territorio provincial.
La decisión llegó tras una audiencia pública marcada por el rechazo casi unánime de cámaras empresariales, productores, comerciantes y usuarios, que reclamaron contra lo que consideran la tarifa eléctrica más cara del país.
Edersa pertenece a la familia Neuss, empresarios con conexiones directas con la Casa Rosada: son amigos personales de Santiago Caputo, el asesor todopoderoso del presidente Javier Milei. La empresa intentó justificar el aumento en base a gastos imprevistos por el temporal que azotó al Alto Valle en enero y el incendio en El Bolsón, que obligaron a reconstruir redes y estaciones transformadoras. También argumentó que su estructura de costos es más compleja por la baja densidad poblacional: tiene apenas un usuario por kilómetro cuadrado, contra los 700 de Edenor en Buenos Aires.
Lo cierto es que la empresa ya había recibido en 2024 una suba del 1.400%, muy por encima del 680% autorizado por Nación. La presión social fue tal que incluso sectores tradicionalmente moderados, como las cámaras de comercio y producción, se sumaron al repudio.
Desde la oposición provincial no tardaron en acusar al gobernador de “oportunismo político”. Y no sin razón: el freno al tarifazo llega en un año electoral clave. Juntos Somos Río Negro buscará retener al menos una de las bancas en el Congreso Nacional. En ese contexto, bajarle el pulgar a una empresa vinculada al poder nacional se convierte en una jugada que combina sensibilidad económica y estrategia de campaña, que posiciona a La Libertad Avanza como el rival a vencer.
La relación del gobernador rionegrino con Edersa siempre fue tensa. En 2013, Weretilneck enfrentaba abiertamente a la empresa, entonces en manos de Camuzzi. Cuando fue adquirida por los hermanos Juan y Patricio Neuss, debió intervenir el ex Secretario de Enería Javier Iguacel para tranquilizar la situación. Herederos del femicida Jorge Neuss, empresario que asesinó a su esposa Silvia Saravia en un country de Pilar, los nuevos dueños no tenían antecedentes en energía, pero sí contactos y capital, que le permitió patear una deuda millonaria con Cammesa.
Durante años, Edersa vendió electricidad que no pagaba. Recién en 2023 se firmó un acuerdo con Nación para saldar una deuda cercana a los 10 millones de dólares con seis meses de gracia y en 96 cuotas fijas, licuadas por la inflación. Mientras tanto, la empresa fue utilizada como caja para otras inversiones del grupo y hasta giró dólares a precio oficial al exterior pese a un rígido cepo cambiario.
Hoy el Grupo Neuss, junto a los fondos Inverlat (que gerencia alfajores Havanna) y al conglomerado Newsan (líder en electrónica de Tierra del Fuego), acelera su expansión energética. Ya sumaron EDET (Tucumán), EJESA (Jujuy), LITSA (Litoral) y CEMPSA (Mendoza). Prometen inversiones por 300 millones de dólares, que serán financiadas por los usuarios a través de un esquema de fideicomisos incluidos en las tarifas. Las obras, eso sí, comenzarán recién cuando el dinero se haya recaudado. Un modelo promocionado por Nación: inversión privada, riesgo cero.
El revés al 13% es una señal, pero también una reacción tardía ante una política energética que benefició a algunos sin importar el servicio. La pregunta de fondo persiste: ¿Alguien controla realmente a Edersa o es un acto para la tribuna?