Antes de la Navidad, y del virtual fin de año anticipado que en el singular mundo estatal significa, el gobierno de Rolando Figueroa cerró la principal negociación “hacia adentro” que debe afrontar anualmente, y, con eso, precipitó nuevamente una gran cuota de certeza sobre las finanzas del año próximo. El acuerdo salarial con el gremio docente ATEN siguió al ya conseguido con los otros sindicatos, ATE, UPCN y Viales. La paritaria del 2026, así, quedó prevista y arreglada, al menos hasta la mitad del nuevo año.
Nadie puede predecir el futuro con exactitud, pero, al menos, tener una senda trazada en el presupuesto, contribuye al orden de las cuentas públicas. Implica mayor confianza en todos: en el propio gobierno, en la provincia respecto de los negocios que pueda atraer en forma de inversiones, y en lo que significa Neuquén en el contexto nacional, ámbito en el que se está debatiendo el presupuesto para el país, bajo la rígida premisa del déficit cero.
Con este hecho, Rolando Figueroa cierra un año de sensaciones mezcladas. El ejercicio del poder no suele ser gratificante de manera completa, nunca; y (siempre) habrá cosas que salieron bien y otras que no. En el balance, queda como positivo el avance en obras de infraestructura, el trabajoso ordenamiento de un Estado que fuera sacudido por los efectos de la corrupción, y la mayor precisión acerca de las prioridades, que solamente otorga la práctica de ocupar ese sitio, tan codiciado por los políticos y tantas veces ingrato hacia ellos mismos.
Le queda mucho por hacer. La Neuquén gubernamental tiene una natural propensión a la demagogia, hacia el vicioso arte de la autosatisfacción. Si no, obsérvese lo ocurrido en Junín de los Andes, ciudad en la que el Concejo Deliberante acaba de votar un incremento salarial de 80 por ciento para sus funcionarios y planta política. Es una muestra, justo al fin del año, de cómo persiste el concepto -nacido erróneo- de que la función pública debe ser recompensada inexorablemente con dinero, prescindiendo de la carga de servicio y entrega por el bien de la comunidad que sigue vigente, a veces, solo en la letra de la Constitución.
Cualquier logro que pueda efectivamente mostrar Neuquén en estos tiempos, necesitará de austeridad republicana, no de demagógica distribución de recursos siempre escasos. Vaca Muerta existe para equipar al futuro de certezas, no para satisfacer la gula dramática del presente. Si esto no se entiende, se corre el riesgo de volver a fracasar con el recurso con el que ya se ha fracasado: todo un ciclo de hidrocarburos convencionales a full, que se quemó, en buena parte, sin dejar rastros de progreso en una medida comparable a lo que significaron para el Tesoro.
El mal ejemplo de Junín no le hace bien, políticamente, a la provincia toda, pues el territorio gobernado por Figueroa necesita ejemplaridad para sostener su desarrollo. Necesita demostrar que desde el primero hasta el último de sus municipios sigue la guía del Estado equilibrado, aplicando eventuales superávits a la mejora de la calidad de vida de sus habitantes, no de sus funcionarios.
En este sentido es que todos podrán entender que Neuquén defiende un modelo de Estado distinto al que impulsa Javier Milei, y que por eso no respalda ni respaldará ajustes que se practiquen sobre la educación y la salud pública, como ha evidenciado en la Cámara de Diputados respecto del rechazo al Capítulo 11 de la Ley de Presupuesto.
El orden en el Estado, también debería incluir, además de la disciplina fiscal de los municipios, el saneamiento formal de la situación del Poder Judicial, cuyo presupuesto solo justifica menos de la mitad de sus recursos legítimos, es decir, previstos por la Ley de Autarquía Financiera. Los jueces del Tribunal Superior, administradores del Poder que debería ser ejemplo en el Estado, tal vez debieran dar un paso en este sentido, con Gustavo Mazieres a la cabeza, y liderar la iniciativa para reformular legalmente los ingresos con los que contará la Justicia, para poder justificar, como corresponde, sus gastos. Al mismo tiempo, se podría tomar nota de que hay una cultura equivocada: la de suponer que se puede tener los salarios más altos del Estado en un área que está en virtual quiebra. No se dice aquí que se rebajen los sueldos, sino que se tenga en cuenta que tal gasto (el mayor que tiene el Poder Judicial) debe estar justificado por Ley de ingresos, no por la excepcional ayuda financiera del Ejecutivo.
En fin, que se llegó al fin de año, y que debe entenderse que no todo es una fiesta. Podrán iluminar todo el cielo del territorio neuquino con luces esplendentes, pero que esa luminosidad no sea impostada por el derroche de lo que se tiene en el presente; pues el futuro está a la vuelta de la esquina, y nos hace a todos responsables.