La conmoción se instaló en la pantalla cuando la periodista Agustina Peñalva volvió al aire en el ciclo Andate a dormir vos y relató entre lágrimas el impacto que tuvo hacer pública su denuncia contra el economista Walter Graziano. Afirmó que atravesó “las 24 horas más difíciles” de su vida y desmintió cualquier especulación económica alrededor de su acusación. “Trabajo desde los 18 años, no quiero la plata de nadie”, sostuvo con firmeza mientras intentaba mantener la compostura.
Agustina Peñalva contó que resistió durante semanas a revelar su situación porque no se siente cómoda ocupando el rol de protagonista de un episodio doloroso. Agradeció a los medios y programas que replicaron su caso, ya que la repercusión contribuyó a que el tema no quedara oculto. Reconoció que no esperaba tanta exposición, pero comprendió que la difusión jugó un papel clave para que la Justicia actuara con rapidez.
En su testimonio, reveló que desde que contó lo sucedido recibió numerosos mensajes de mujeres que pasaron por experiencias similares. Destacó que el apoyo trascendió ideologías y canales de comunicación: “Me han tratado con un gran respeto”, expresó. El efecto contagio, según relató, le hizo dimensionar la magnitud del problema y el silencio que todavía pesa sobre este tipo de situaciones.
Agustina Peñalva celebró que el expediente judicial avanzara luego de la viralización del caso. Describió las medidas otorgadas: restricción de 500 metros, prohibición de contacto por redes o WhatsApp y veto para mencionar su nombre o referirse a ella indirectamente. Aseguró que incluso marcas que trabajaron con él le notificaron que había intentado acercarse mediante regalos o intermediarios.
En su exposición también habló de otras víctimas. Mencionó a Guadalupe Vázquez, quien fue la primera en denunciar a Walter Graziano y estuvo en contacto para brindarle apoyo. Recordó que esa causa derivó en un mes de detención y que la solidaridad entre ellas fue clave para animarse a avanzar.
Agustina Peñalva señaló que, pese a las medidas judiciales, no se siente completamente resguardada. Describió al acusado como alguien impredecible, con antecedentes de conductas preocupantes. Explicó que en otro caso similar, el denunciado se presentó en el domicilio de la víctima y las fuerzas de seguridad tardaron casi una hora en intervenir.
Su relato incluyó una crítica a la lógica de protección actual: se preguntó por qué las mujeres deben ser quienes se adapten y resguarden constantemente. Cuestionó los controles sobre las víctimas que deben activar dispositivos y reportarse con frecuencia, mientras el denunciado conserva mayor margen de movimiento.
Para cerrar, subrayó que no busca reparación económica porque su presentación es penal. Expresó que su actividad laboral se vio afectada y que el desgaste personal es enorme, pero insistió en que callar no era una opción. Aseguró que todo dependerá de cómo reaccione el acusado y pidió que la Justicia esté a la altura para evitar nuevas vulneraciones.