Evangelina Anderson vivió uno de los momentos más sensibles de su paso por MasterChef Celebrity (Telefe) al abrir su corazón y contar un gesto profundamente significativo de su hijo Bastian Demichelis. La modelo, que desde hace meses atraviesa la separación de Martín Demichelis, encontró en ese instante una mezcla de orgullo, sorpresa y emoción imposible de contener.
Durante la gala del 20 de noviembre, Wanda Nara le preguntó por el tatuaje que el joven decidió hacerse: nada menos que los ojos de su mamá. Evangelina Anderson, ya visiblemente conmovida, explicó que se enteró de la idea cuando él se lo mostró: “Muy emocionante. Le dije: ‘¿De dónde sacaste eso?’ y me dijo: ‘Porque son hermosos tus ojos. ¿Cómo le voy a decir que no?’”. Sus palabras dejaron al estudio en silencio, mientras todos observaban cómo ese símbolo de cariño la desbordaba.
Al intentar hablar de sus tres hijos, la emoción la frenó por completo. “Tengo tres hijos que son…”, alcanzó a decir antes de romper en llanto. Entre lágrimas, pidió disculpas por el momento, aunque nadie en el estudio necesitaba explicación alguna: el sentimiento era genuino y compartido por todos los presentes.
La conexión de Evangelina Anderson con sus hijos quedó plasmada de manera transparente. Un simple tatuaje se transformó en un puente emocional, recordándole que, incluso en tiempos difíciles, el amor familiar puede convertirse en el motor más fuerte para seguir adelante.
Pero la gala tenía preparada otra sorpresa especial. La edición del 20 de noviembre trajo un giro emotivo: los participantes recibieron la visita de sus hijos, un recurso que desarmó hasta a los más duros del certamen. La propuesta fue simple pero efectiva: cada pequeño recorrió el mercado del programa para elegir los ingredientes que sus padres tendrían que usar en un plato libre.
“Nos tomamos el trabajo de convocar a unos ayudantes muy especiales, categoría junior. Los recibimos. Adelante”, anunció Germán Martitegui, dando paso a una entrada que despertó lágrimas y sonrisas. Los chicos irrumpieron corriendo, y el estudio se llenó de abrazos, risas y una energía distinta, casi íntima.
Para muchos concursantes, el reencuentro significó un recordatorio del apoyo que tienen fuera del programa. Entre bromas, miradas cómplices y el orgullo de cocinar para sus seres más queridos, la competencia cedió su protagonismo a un clima familiar que transformó la noche en una celebración del amor y la contención.