Lo que debía ser un control médico de rutina terminó convirtiéndose en un episodio que Coco Sily jamás imaginó atravesar, y que recién pudo procesar cuando volvió a su casa con el susto todavía latente. A días de haber celebrado su boda con Chimi Meza, el humorista venía arrastrando una diverticulitis aguda y decidió acercarse a la guardia para asegurarse de que todo estuviera bajo control. Lo que ocurrió después fue un torbellino de malentendidos dignos de una pesadilla.
Según contó el propio Coco Sily, los primeros estudios transcurrieron con normalidad, aunque los médicos le pidieron esperar algunos valores de laboratorio antes de retirarse. Fue en ese momento cuando una profesional se acercó con un mensaje inesperado que lo dejó en shock. “Antes de irme me dicen tenemos que esperar algunos valores del laboratorio. Y en un momento viene una médica y me empieza a hablar y me dice que en los exámenes clínicos detectaron que tengo una insuficiencia renal. Entonces le digo: ¿me van a internar? Sí. Bajamos y me canalizan”, relató.
A partir de ahí, el miedo se impuso sobre la lógica. El conductor explicó que, en cuestión de segundos, su cabeza completó todos los escenarios posibles y sus compañeros de programa le preguntaron cómo había reaccionado. Él lo describió con el humor que suele caracterizarlo, pero sin ocultar que el impacto fue verdadero. “Me empezaron a aparecer flashes: estuve sentado en un sillón de diálisis cuatro horas… Qué voy a leer. Qué música me voy a llevar. Velorio, quién viene”, contó entre risas.
El desconcierto se mantuvo hasta que entró en escena un médico más joven, quien revisó nuevamente los resultados y cambió por completo el rumbo de la situación. Allí llegó la explicación que terminó desatando su bronca. Según recordó Coco Sily, el profesional le aclaró que se trataba de un error en la interpretación del estudio. “No leyeron una coma. Mientras me chamullaba, el otro me sacaba la canalización y me llevaba a la puerta”, aseguró, todavía sorprendido por el nivel de confusión.
Ya fuera del hospital, y con Chimi siguiéndole el ritmo del pensamiento, llegó el momento de entender todo lo que había pasado. El alivio por saber que no corría riesgo se mezcló con la indignación por un diagnóstico que jamás debió existir. Entre risas nerviosas y comentarios que buscaban descomprimir el ambiente, Coco Sily reconoció que lo que vivió fue una prueba clara de cómo un detalle mínimo —una coma, ni más ni menos— puede transformar un control médico en un episodio límite.