La última gala de eliminación de MasterChef Celebrity dejó un clima difícil de dolor por la partida y sorpresa por una profunda confesión. Lo que empezó como una prueba exigente terminó convertido en una despedida que descolocó a todos: Alex Pelao abandonó el certamen y, en el mismo instante en que escuchó el veredicto, terminó abriendo una parte de su historia que llevaba años callada. Su llanto desconsolado no tuvo que ver solo con el plato, sino con algo mucho más profundo.
La noche había comenzado con un fuerte desafío a sabiendas que el peor abandonaría la competencia: cocinar un plato con ingredientes redondos y un pan acorde a la consigna. Alex Pelao apostó por un sándwich de lomo con ensalada de hierbas, pero la propuesta no convenció al jurado. Para Donato de Santis, Damián Betular y Germán Martitegui, la preparación estaba desbalanceada y se volvía difícil de comer. Ese detalle terminó empujándolo a la instancia final junto a Marixa Balli.
Cuando los chefs anunciaron su salida, Alex Pelao se quebró de inmediato. Las palabras de aliento no alcanzaron para contenerlo y él mismo intentó explicar lo que le pasaba. “Estoy muy agradecido. Me cuesta mucho bajar y salir un poco de la cáscara que se va armando”, dijo entre lágrimas, mientras Wanda Nara intentaba darle fuerzas en uno de los momentos más emotivos de la temporada.
Pero el impacto mayor llegó después, cuando decidió hablar de un tema que nunca había expuesto públicamente. Con la voz tomada, confesó que su vínculo con la comida había sido una lucha constante:
“Tuve siempre muchos conflictos y trastornos alimenticios. A partir de la experiencia de estar en MasterChef mejoré mi vínculo con el momento de comer…”.
Antes de dejar el estudio, Alex agradeció la contención que recibió durante el programa. “Gracias por animarnos y empujarnos a romper miedos, a ellos por la buena onda y la palmada en la espalda, a todos que siempre se preocupan de que estemos bien”, expresó, abrazado por el resto del elenco.
Ya fuera del set, más tranquilo pero todavía movilizado, analizó su eliminación con una mezcla de autocrítica y tristeza. “Siento un poco de impotencia y enojo por no haber estado a la altura…”, admitió, dejando claro que la frustración por su plato convivía con un alivio inesperado: finalmente había puesto en palabras un conflicto que lo acompañaba desde hace años.
Aun así, Alex Pelao no cerró la puerta a una revancha. Si el programa abre un repechaje, aseguró que le gustaría volver y demostrar otro costado. Su salida, atravesada por dolor, vulnerabilidad y un mensaje importante sobre salud mental y vínculos con la comida, terminó siendo uno de los momentos más humanos que dejó la temporada.