Carolina “Pampita” Ardohain atraviesa días de tensión tras conocerse el robo que sufrió en su casa mientras estaba de viaje por Europa. La conductora se encontraba en España como embajadora de Carolina Herrera cuando delincuentes ingresaron a su residencia en Barrio Parque y se llevaron dinero en efectivo junto con otros objetos de valor. Aunque la investigación avanza, lo que vuelve a llamar la atención es el nivel de detalle sobre la lujosa propiedad en la que vive junto a sus hijos.
La mudanza a esta casa ocurrió en 2024, después de dejar el triplex de Palermo que alquilaba y cuyo precio se había incrementado de manera significativa. Pampita optó por un cambio y eligió instalarse en uno de los rincones más exclusivos y tranquilos de la Ciudad de Buenos Aires. Desde entonces, su vivienda se transformó en un espacio que combina diseño contemporáneo con la calidez que siempre busca transmitir en su vida familiar.
La entrada ya marca la diferencia: una imponente puerta de hierro negro, al estilo de las casonas tradicionales porteñas, recibe a quienes cruzan el umbral. Una vez dentro, el contraste de los pisos en blanco y negro estilo ajedrez da la primera muestra de la impronta sofisticada que domina cada ambiente.
El concepto abierto es uno de los rasgos más destacados de la propiedad. El living y el comedor comparten un mismo espacio rodeado de ventanales corredizos que permiten ver el jardín y aportan una luminosidad permanente. El corazón de la casa es un amplio sillón en forma de L, dispuesto en tonos neutros y con una gran mesa baja como punto de encuentro para la vida cotidiana.
Los pisos de mármol recorren buena parte de la residencia, que también cuenta con habitaciones amplias y una sala de juegos para que disfruten sus cuatro hijos. Cada detalle fue pensado para aportar comodidad sin perder elegancia, desde la disposición del mobiliario hasta la elección de los materiales.
Hoy la vivienda de Pampita es noticia por el episodio de inseguridad que la afectó, pero también refleja cómo la modelo logró construir un hogar que conjuga estilo, modernidad y vida familiar. Una muestra de que, más allá de los golpes externos, su refugio personal sigue siendo un verdadero símbolo de sofisticación porteña.