Las historias que mezclan dolor, fe y lo inexplicable siempre generan impacto. Y fue precisamente Luciano Cáceres quien sorprendió en su visita a Otro Día Perdido, el ciclo que conduce Mario Pergolini, con un relato que dejó helada a la audiencia: la señal que recibió de su madre después de su muerte. Entre recuerdos de enfermedad, terapias alternativas y un vínculo espiritual imposible de explicar con la razón, el actor compartió uno de los momentos más conmovedores de su vida.
Luciano Cáceres comenzó recordando los últimos años de su mamá, atravesados por un largo cáncer. “Mi mamá tuvo muchos años cáncer y el último año decidió abandonar todos los tratamientos. Y solo hacer terapias alternativas y hacía Reiki”, contó con crudeza. Según relató, la decisión la acompañó con impotencia, sobre todo cuando ella cayó en coma y él sintió que no podía hacer nada más.
El actor no ocultó la bronca que lo invadió en ese instante. “Cuando mi vieja cae en coma, me enojé con el Reiki, la llamé a la señora del Reiki, y le dije ‘Mi mamá está en coma, vení a hacer algo’”. Pero la respuesta fue aún más frustrante: la terapeuta no se presentó porque estaba en un retiro espiritual.
Lo sorprendente fue que, a pesar de no poder hablar, la madre de Luciano mantenía con él una conexión única. “Mi vieja salió del coma, pero ya no hablaba, y yo la escuchaba. Y venían a preguntarme a mí qué tenía”, recordó. La intensidad de ese lazo quedó en evidencia cuando compartió una escena difícil de olvidar: “Un día estaba sentada y le pregunté qué hacía, y me dijo ‘Estoy agarrando a mi ángel, que es una persona muy alta, muy blanca, como de 50 años, que se llama Amor’”.
Ese contacto invisible llegó a su punto más fuerte en la última semana de vida de la mujer. “Yo enojadísimo con el Reiki. Entro (…) le pongo las manos en las piernas, y empieza a mover las piernas, abre los ojos y ahí le digo que se agarre fuerte a su ángel y ahí mi vieja partió”, relató entre lágrimas.
Lo impactante es que, según Luciano Cáceres, la historia no terminó allí. Al despedirse de las cenizas en Villa Gesell, sintió que algo extraordinario ocurrió: “Cuando preparo la cena, estoy caminando por el mar, ocho y media de la noche, y una ola, en este pie, me pone este rosario. Y yo lo guardé, como un regalo el mar. Obviamente sentí que era de mi madre, pero lo guardé porque era muy loco”.
El cierre de su relato terminó de darle un sentido inesperado a ese episodio. “A los 17 años tuve un accidente filmando y una amiga me aconsejó hacer Reiki. Voy a la mina de Reiki y me dice: Tengo un mensaje para vos. Tu mamá hizo mucho esfuerzo para que ese rosario llegue a tus pies. Y desde ahí me lo puse y lo llevo. No sé, creer o reventar”.