Máxima Zorreguieta ya se encuentra en la Argentina para cerrar el 2025 y darle la bienvenida al Año Nuevo rodeada de afectos y paisajes imponentes. La reina de los Países Bajos arribó este viernes a San Carlos de Bariloche junto a su esposo, el rey Guillermo, y sus hijas, Catalina, Alexia y Ariane de Orange, en un viaje que volvió a poner a la región en el centro de la escena internacional.
La familia real neerlandesa llegó en un vuelo privado al aeropuerto Teniente Luis Candelaria, procedente de El Calafate, pasadas las 14 horas. El arribo se dio bajo un estricto operativo de seguridad, aunque sin mayores sobresaltos, replicando el esquema discreto que suelen mantener cada vez que visitan el país.
Tal como ocurrió a fines de 2024, cuando pasaron Nochebuena y Navidad en Santa Cruz, el plan volvió a repetirse. Luego de unos días en El Calafate, el destino elegido fue Bariloche, donde se instalarán para recibir el nuevo año en la ya conocida Estancia Pilpilcurá, un lugar que se convirtió en su refugio predilecto en la Patagonia.
La conexión de Máxima Zorreguieta con la región es profunda y sostenida en el tiempo. Durante esta estadía también se encuentra acompañada por su madre, María del Carmen Cerruti Carricart, en la estancia que administra su tía y madrina, Marta Marcela Cerruti Carricart, quien está al frente del establecimiento desde 2009.
En visitas anteriores, la familia real optó por un perfil bajo y actividades alejadas del protocolo. El año pasado, por ejemplo, se los vio paseando por Villa La Angostura, donde la reina caminó por el centro junto a su madre y su mascota, mientras que sus hijas disfrutaron de salidas simples y sin exposición.
Ubicada a unos 75 kilómetros de Bariloche, la Estancia Pilpilcurá se extiende sobre un predio de 3.000 hectáreas y responde al modelo clásico de residencias turísticas patagónicas de alto nivel. El complejo cuenta con solo cinco habitaciones boutique, lo que garantiza máxima privacidad y tranquilidad.
Entre las actividades que ofrece el lugar se destacan la pesca con mosca, cabalgatas, trekking y visitas a cuevas con pinturas rupestres. Además, hay ganado Hereford, huerta propia y un restaurante con repostería artesanal y productos regionales.
Cuando Máxima Zorreguieta adquirió la propiedad en 2009, impulsó una renovación integral que incluyó mejoras pensadas para el confort y la intimidad. Desde entonces, la estancia se consolidó como un verdadero refugio familiar, ideal para desconectarse y comenzar un nuevo año lejos del ruido.