Ganó Donald Trump y Javier Milei sonríe: el análisis sobre las oportunidades y los riesgos

El presidente argentino, Javier Milei, se ha encargado en cada oportunidad que tuvo de destacar su afinidad con el flamante presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. Sin duda, el argentino fue uno de los jefes de Estado que más ganas tenía de que ganara el republicano.

Con el triunfo consumado, surge la expectativa en Argentina que el nuevo gobierno estadounidense le de un espaldarazo a la recuperación económica que está intentando Milei desde que asumió. El tiempo dirá si efectivamente será así, pero lo que sí ya está claro hoy es que nuestro país se enfrenta a una serie de oportunidades que podría aprovechar.

Milei y Trump: el vínculo hasta hoy

El presidente confirmó que viajará a Estados Unidos para encontrarse con el presidente electo de aquel país. Será el segundo paso en la búsqueda de un acercamiento necesario para Argentina, aunque bastante menos relevante para la potencia del norte. El primero fue la serie de llamados que Milei hizo a Trump ni bien se confirmó el resultado electoral del último martes.

Antes de la elección, Milei se encontró con Trump en uno de sus viajes a Estados Unidos. Fueron solo un saludo y unos pocos minutos de conversación casual. Esta vez el encuentro se dará en el marco de una nueva edición de la Convención Conservadora CPAC, de la cual Milei suele participar.

Si bien se compara el vínculo de Milei con Trump con el que tenía el presidente Mauricio Macri, lo cierto es que el vínculo con este último era mucho más sólido: negocios y una amistad a la distancia en los ochenta, que fueron clave para que el FMI aprobara el desembolso que recibió Argentina en 2018. La relación de Milei con Trump es mucho menos estrecha: hay afinidad ideológica más que ninguna otra cosa.

Qué oportunidades se abren con el triunfo de Trump (para Argentina especialmente)

La política exterior de Milei, muy afirmada sobre el vínculo directo con el empresariado (especialmente el estadounidense), pero alejada de los jefes de estado, encuentra en Trump la síntesis perfecta: un empresario devenido en presidente, justo en el país que el mandatario argentino marca como uno de sus dos aliados (el otro es Israel).

Habrá que ver si el vínculo con Trump pasa de la red social X y de las fotos para transformarse en algo sólido, que redunde en lo que Argentina necesita: dólares, idealmente de inversiones, pero si no del FMI.

Por otro lado, Milei también tiene la gran oportunidad de posicionar a Argentina como el socio de Estados Unidos en América latina. Con México y Brasil, las dos principales economías, y Chile y México, volcados a la centro izquierda, incluso con apoyos explícitos a Kamala Harris en algunos casos, Argentina quedó del lado de los triunfadores el último martes. No obstante, la débil economía nacional poca expectativa genera, probablemente el pragmatismo económico le gane a la afinidad ideológica y Estados Unidos acerque posiciones con Brasil.

Hay un punto más que Argentina podría aprovechar: la enorme afinidad entre Elon Musk y Trump. El magnate tecnológico es el empresario más importante del mundo y sería parte del gobierno de Trump. Durante toda la gestión, el presidente Milei se reunió varias veces con Musk y se posicionó como un socio ideológico-mediático del empresario. Milei deberá saber cómo explotar su afinidad con Musk en favor de su gestión, ahora que el empresario sudafricano será parte del gabinete de Trump.

Pero la Argentina de Milei también es una oportunidad para el Estados Unidos de Trump. En un escenario internacional en el que la hegemonía mundial es disputada entre la potencia del norte y China, Argentina aparece como un socio apetecible en una región con gran presencia china, sobre todo en obras de infraestructura y créditos. Por lo que esta es una carta importante que Milei deberá encontrar el momento exacto para jugar.

Una oportunidad que conlleva riesgos

El tiempo dirá si Milei logra aprovechar la llegada de Trump a la Casa Blanca. Lo que no debe pasar desapercibido es que el vínculo también conlleva riesgos: un alineamiento extremo como el de los años noventa parece anacrónico, sobre todo considerando que Estados Unidos no es un hegemónico indiscutido como lo era en aquella década, luego de la Guerra Fría. Ahora está China, justamente uno de los principales acreedores de Argentina, que estará siguiendo este vínculo muy de cerca.