La reestructuración del Estado impulsada por el Gobierno de Javier Milei alcanzó esta semana al Ministerio de Economía, donde se oficializó el cierre de la Secretaría de Industria y Comercio y de la Secretaría de Pymes, Emprendedores y Economía del Conocimiento. Sus titulares, Esteban Marzorati y Marcos Ayerra, presentaron sus renuncias, que fueron atribuidas oficialmente a “motivos personales”.
Desde el Palacio de Hacienda se informó que Marzorati dejará su cargo el próximo 14 de agosto, mientras que Ayerra ya inició su salida del área dedicada a las pequeñas y medianas empresas. A través de un comunicado, el Ministerio explicó que las funciones de ambas secretarías pasarán a estar bajo la órbita de la Secretaría de Coordinación de Producción, a cargo de Pablo Lavigne, que reporta directamente al ministro Luis Caputo.
En un mensaje publicado en la red social X (ex Twitter), Caputo despidió a los funcionarios salientes con una foto conjunta y palabras elogiosas: “Dos gigantes profesionales y personas”, escribió, en una muestra de respaldo personal, aunque el trasfondo político y económico de sus renuncias generó lecturas más amplias en el sector privado.
Según el comunicado oficial, las subsecretarías de ambas áreas seguirán operativas, y los programas vigentes continuarán en funcionamiento, aunque bajo una estructura reducida. “La optimización busca volver más eficiente el funcionamiento del Estado”, señalaron desde Economía.
Sin embargo, la formalidad del anuncio no logró disipar el malestar entre empresarios industriales y pymes, quienes interpretan las salidas como una señal de vaciamiento institucional en áreas clave de la producción.
Fuentes del sector privado citadas por Clarín aseguraron que la renuncia de Ayerra estaría vinculada al fuerte impacto de un informe que él mismo presentó la semana pasada, en el que se detallaba el cierre de 14.500 pymes desde el inicio del gobierno de Milei. El documento encendió alarmas en cámaras empresarias y provocó tensiones internas.
La salida de Ayerra fue comentada este martes en una reunión de la Unión Industrial Argentina (UIA), donde varios dirigentes coincidieron en que el funcionario estaba “atado de manos” para responder a demandas del sector. “Es por la imposibilidad absoluta de responder a algún requerimiento. Las reuniones eran la nada misma”, comentó un industrial al matutino. “Cada tema lo derivaba: a Lavigne, a Caputo…”, agregó.
Otro dirigente fue más directo: “No creo que tenga que comer del cargo público. Se habrá hartado”, dijo, aludiendo a las tensiones internas y al desgaste de una gestión marcada por el ajuste.