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Domingo 21 de Diciembre, Neuquén, Argentina
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El calor, el cansancio y el fin de año: por qué todo pesa más en diciembre

No es solo una sensación. No es falta de ganas ni mal humor. En diciembre, todo pesa más, y no es casualidad. El cuerpo, la cabeza y las emociones llegan a este mes con una carga acumulada que se vuelve imposible de disimular cuando sube la temperatura y el calendario se queda sin hojas.

Domingo, 21 de diciembre de 2025 a las 10:20
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El calor agota. El fin de año acelera. Y la combinación es explosiva.

Las veredas arden, el aire se vuelve espeso y las tareas cotidianas cuestan el doble. Dormir mal, transpirar todo el día, pensar en gastos, balances, despedidas, fiestas y cuentas pendientes genera una fatiga que no siempre se ve, pero se siente.

Cuando el cuerpo dice basta

Las altas temperaturas afectan más de lo que parece. El calor prolongado reduce la calidad del sueño, baja la concentración y aumenta la irritabilidad. El cuerpo trabaja de más para regularse y eso se traduce en cansancio físico constante.

A eso se suma algo clave: llegamos a diciembre después de once meses de exigencia. Trabajo, estudio, responsabilidades familiares, problemas económicos, rutinas intensas. Nada se resetea solo porque llega el último mes del año.

El resultado es conocido por todos: menos paciencia, menos energía y más sensibilidad.

La cabeza también llega cargada

Diciembre no es solo calor. Es cierre. Es evaluación. Es comparación.

Aparecen las preguntas incómodas:

  • ¿Cumplí lo que me propuse?

  • ¿Estoy donde quería estar?

  • ¿Me alcanza?

  • ¿Qué quedó pendiente?

Mientras algunos celebran logros, otros sienten que el año fue cuesta arriba. Y esa comparación silenciosa, amplificada por redes sociales, genera una presión extra que no siempre se reconoce.

No es tristeza, pero tampoco alegría plena. Es una mezcla rara, típica de fin de año.

El peso emocional de las fiestas

Las fiestas no son iguales para todos. Para algunos son encuentro, alegría y mesa llena. Para otros, ausencia, duelo, nostalgia o preocupación económica.

En diciembre se extraña más. Se recuerda más. Se siente más.

Quienes atravesaron un año difícil suelen llegar a estas fechas con el ánimo frágil. Y el mandato de “estar bien” o “disfrutar” muchas veces choca con una realidad distinta.

El cansancio social

Hay otro factor que pesa: el cansancio colectivo. El tránsito se vuelve más caótico, los comercios están llenos, los trámites se acumulan y la paciencia se acorta. Todo parece urgente, todo parece para ayer.

En ciudades como Neuquén, donde el verano se hace sentir con fuerza, el combo es claro: calor + estrés + fin de ciclo.

No es debilidad. Es desgaste.

Saber leer el momento

Entender que diciembre pesa más también sirve para aflojar un poco. Para no exigirse tanto. Para bajar un cambio cuando se puede.

No todo tiene que cerrarse perfecto.
No todo tiene que resolverse ahora.
No todo depende de uno.

A veces, llegar es suficiente.

Un cierre distinto

Diciembre no siempre es celebración. Muchas veces es simplemente resistencia. Llegar al final del año, como se pueda, con lo que hay.

Y está bien.

Porque si algo enseña este mes es que el cansancio no es fracaso. Es señal de camino recorrido. De esfuerzo. De haber llegado hasta acá.

Tal vez por eso todo pesa más en diciembre.
Porque no es solo calor.
Es historia acumulada.

Y también, aunque cueste verlo, la antesala de volver a empezar.

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