Más de 30 mil personas se reunieron en el Parque de la Ciudad de Buenos Aires para vivir una jornada única junto a los grandes nombres de la escena mundial.
El Parque de la Ciudad volvió a convertirse en el epicentro de la música electrónica con una nueva edición de Creamfields Buenos Aires, el festival que desde hace más de dos décadas marca tendencia en la región. Este año, la cita recuperó su clásico formato de un solo día, y lo hizo con una energía arrolladora: más de 30 mil asistentes disfrutaron de una jornada que combinó innovación, talento y emoción en partes iguales.
Con seis escenarios desplegados a lo largo del predio —Main Stage, Alternative, Electric Garden, Cream Stage, The Tent y Under Rail— el evento ofreció una programación diversa con más de 60 artistas nacionales e internacionales, que hicieron vibrar a un público heterogéneo y entusiasta. Cada rincón del parque respiraba ritmo: entre luces, pantallas y sonido envolvente, la experiencia fue tan intensa como cuidada, con amplios espacios de descanso y puntos de hidratación distribuidos estratégicamente.
Momentos icónicos
El momento más esperado llegó con la aparición de David Guetta, el DJ más escuchado del planeta, que desató la euforia con una apertura impactante al ritmo de I’m Good, acompañada de fuegos artificiales. Durante más de una hora, el francés —recientemente coronado por quinta vez como el número uno del mundo según DJ Mag— ofreció un set monumental en el que no faltaron clásicos como Titanium y Sexy Bitch, junto a reversiones de temas icónicos como Total Eclipse of the Heart de Bonnie Tyler.
“Wow, Argentina is still the best”, exclamó al ver cómo el público coreaba cada canción con la misma pasión que en sus primeros shows en el país.
La jornada se completó con presentaciones de Armin van Buuren, Miss Monique, Ben Klock b2b Chris Liebing, Claptone, Mind Against y Cassian, entre otros nombres de la escena global, reafirmando el lugar de Creamfields como un punto de encuentro entre generaciones y estilos.
Con esta edición 2025, el festival volvió a demostrar por qué sigue siendo un ícono cultural: una celebración de la música electrónica en su máxima expresión, donde Buenos Aires se transformó, por un día, en la capital mundial del beat.