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Domingo 21 de Diciembre, Neuquén, Argentina
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Todo junto y todo para ayer: por qué diciembre nos deja agotados

Falta poco para Navidad y la sensación es casi unánime: todo está apurado. El tránsito, las compras, los trámites, los compromisos, los mensajes que no se contestaron y las cosas que quedaron pendientes durante todo el año aparecen de golpe, todas juntas, como si diciembre tuviera la capacidad de comprimir el tiempo.

Domingo, 21 de diciembre de 2025 a las 10:29
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No es casualidad. Tampoco es solo estrés. Es una combinación conocida, pero potente: fin de año + calor + obligaciones acumuladas.

El mes donde nada espera

En diciembre, nadie parece tener tiempo. Las calles están más cargadas, los comercios llenos, los horarios estirados y la paciencia al límite. Lo que no se resolvió en meses se intenta cerrar en días.

Hay regalos que comprar.
Hay cuentas que pagar.
Hay reuniones que cumplir.
Hay balances que cerrar.

Y todo ocurre al mismo tiempo.

El resultado es una sensación constante de estar corriendo atrás de algo, sin terminar de alcanzarlo.

El cuerpo va más lento que la agenda

Mientras la agenda se acelera, el cuerpo hace lo contrario. El calor agota, dormir cuesta más y la concentración baja. Sin embargo, las exigencias no aflojan. Al contrario: se multiplican.

Esa contradicción —cuerpo cansado, cabeza exigida— explica por qué en diciembre:

  • Aumenta la irritabilidad

  • Cuesta más organizarse

  • Todo parece más pesado

  • El cansancio se siente antes

No es falta de voluntad. Es desgaste.

Las fiestas como fecha límite

La Navidad funciona como una especie de línea de llegada simbólica. Todo “tiene que estar listo” antes de esa fecha: el regalo, la mesa, la visita, el mensaje, el cierre pendiente.

Para algunos es ilusión.
Para otros, presión.

Y para muchos, ambas cosas al mismo tiempo.

En ese contexto, no llegar perfecto genera culpa. Pero llegar cansado es lo más común.

La ciudad también se acelera

Neuquén no es ajena a ese clima. El tránsito se vuelve más intenso, los supermercados concentran gente a toda hora y los trámites se acumulan. Todo parece urgente. Todo parece para ayer.

Esa aceleración colectiva contagia. Incluso quienes intentan bajar un cambio sienten que el entorno empuja en sentido contrario.

No todo tiene que cerrarse ahora

Aceptar que diciembre es así también ayuda a correrse un poco de la exigencia. No todo se resuelve antes de Navidad. No todo balance es definitivo. No todo pendiente define el año.

A veces, cerrar el año es simplemente llegar.

Llegar con cansancio, con cosas pendientes, con menos energía, pero llegar al fin y al cabo.

Un cierre más realista

Diciembre no siempre es orden. Muchas veces es caos.
No siempre es celebración. A veces es resistencia.

Y está bien.

Porque el año no se mide solo por lo que se logró, sino por haber atravesado lo que tocó. Con apuro, con calor, con cansancio… pero de pie.

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