HISTORIAS CRUELES

Las horas terribles de aquel triple crimen hace 23 años

Cómo fueron esos primeros momentos tras el hallazgo de los cuerpos de las tres chicas asesinadas en Cipolletti.
miércoles, 11 de noviembre de 2020 · 12:34

Pasaron 23 años. El diario La Mañana del Sur titulaba “Indignación y masivo reclamo tras el asesinato de chicas estudiantes”. Una crónica feroz llenaba desde la página 2 a la 9. “El hallazgo de los cuerpos de las hermanas María Emilia y Paula Micaela González y de su amiga Verónica Villar cayó a plomo sobre el ánimo de cipoleños y sus vecinos. Al estupor siguió la conmoción y una movilización tal de la ciudad que decidió al gobierno rionegrino a instalarse aquí (…) decía ese escrito en un primer párrafo.

Los cadáveres fueron encontrados a media mañana del 11 de noviembre. Estaban en un lugar que ya había sido rastrillado. Entre los olivillos, cerca de las vías que unen Cipolletti con Ferri, a pocos metros de la avenida circunvalación. Los encontró el perro de un vecino que participaba de la búsqueda. A las 9,30 avisó a la policía. Al poco rato, una multitud invadió el lugar, pisoteando potenciales pruebas, evidencias. Todo se perdió en medio de la imprevisión, la ansiedad y el poco rigor de los investigadores de la policía provincial y la Justicia.

Enseguida, hubo cinco demorados y cuatro detenidos. La policía salió a cazar sospechosos. El gobernador de la provincia, que era Pablo Verani, estaba de viaje, en Inglaterra. El vicegobernador a cargo era Bautista Mendioroz. Inmediatamente planteó la necesidad de crear una comisión legislativa de seguimiento, al estilo de la que se había formado por el doble crimen de Río Colorado (Raquel Laguna y Sergio Sorbellini), hasta el 11 de noviembre el peor crimen que registrara la provincia, ahora destronado en ese tétrico ranking por el triple crimen.

La diputada nacional por Neuquén, Norma Miralles, había pedido recientemente la aplicación de la pena de muerte “con sufrimiento previo” en el Congreso. Su presentación, ácidamente discutida, en principio, fue levantada en las oprobiosas horas siguiente al dramático hallazgo de los tres cuerpos del triple crimen. Mientras Horacio Jouliá, el ministro de Gobierno rionegrino, daba una apurada conferencia de prensa, la gente, agolpada en las afueras de la Comisaría Cuarta, clamaba por esa pena máxima.

En Cipolletti, todo era horror. La Cámara de Comercio convocó a un paro por tiempo indeterminado, y las persianas de todos los establecimientos se bajaron. Se suspendieron las clases en todas las escuelas. Se paralizó la Universidad. El Municipio, administrado entonces por Julio Arriaga, dispuso asueto administrativo por duelo. Toda la comunidad repudió el aberrante hecho. Nunca antes se había vivido un dolor tan compartido, tan sentido, y tan expresado.

La certeza del crimen fue la única. Comenzó un proceso largo, extenuante, lleno de contradicciones. Un nombre surgió: Claudio Kielmasz. Fue, al cabo, el único culpable para la Justicia. Pero sin certezas para la comunidad. La sospecha había quedado marcada para siempre, como una herida no cerrada: de seguro participó más gente de ese crimen plural e inexplicable.

Hoy, esa duda sigue clavada, apenas disimulada por los años. Y es parte de un dolor que no cesa.

 

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