SEGUNDO TRIPLE CRIMEN DE CIPOLLETTI

Masacre del Laboratorio: Sin culpables y sin Justicia

Mónica García, Carmen Markovechio y Alejandra Carbajales fueron asesinadas, Ketty Karabatic de Bilbao quedó viva y nunca declaró.
lunes, 23 de mayo de 2022 · 00:00

Betina Bilbao esperaba que saliera su mamá, a la que había llevado al laboratorio a buscar unos análisis. Sorprendida, bajó del auto y encaró al hombre que estaba cerrando con llave y con un frasco en la mano, se subía a una bicicleta. La escueta respuesta ante la consulta sobre las personas que estaba adentro la llenó de interrogantes. Mientras escapa por Roca y doblaba en Mengelle, para luego caerse en el cruce de las vías, en Roca y 25 de Mayo quedaban los cuerpos de la bioquímica Mónica García, la psicóloga Carmen Markovechio, y su paciente Alejandra Carbajales; en tanto que aún con signos vitales quedaba envuelta en un charco de sangre por los golpes y un balazo en la cabeza, Ketty Karabatic de Bilbao, la única sobreviviente de lo que se denominó la Masacre del Laboratorio.

Era el 23 de mayo de 2002, cuando poco antes de las 20 ingresó al laboratorio Ketty Karabatic, quien había llegado hasta esa esquina céntrica de Cipolletti apurada para retirar los estudios antes del horario de cierre. Su hija la esperaba en el auto y los investigadores creen que al cruzar la puerta, la masacre ya estaba en marcha. 

El autor del triple crimen se ensañó de sobremanera con la psicóloga Marcoveccio, de 30 años y con dos hijos. Apareció atada, con el rostro quemado con ácido acético y los forenses contabilizaron 13 puñaladas en el pecho, el abdomen y la espalda. La bioquímica García, de 28 años y dos hijos, tenía 9 puñaladas en diferentes partes del cuerpo y también tenía el rostro quemado con el mismo producto químico. En tanto que la paciente Carbajales, de 40 años, sufrió puntazos en el abdomen y los brazos y presentaba un corte profundo en el cuello con el que fue degollada, además su cuerpo fue encontrado en el jardín interno del laboratorio.

A ese escenario trágico y sangriento ingresó Ketty que fue atacada con un cuchillo, con el que sufrió puntazos en el cuello y fue brutalmente golpeada. Además, se comprobó cuando ingresó de urgencia al viejo hospital cipoleño, que tenía una bala alojada en la cabeza. Milagrosamente se recuperó y murió 17 años después, sin contar nunca jamás, qué fue lo que pasó dentro del laboratorio.

En un primer momento trabajó el Gabinete Criminalística de la Policía de Río Negro, la Brigada de Investigaciones detuvo poco después a David "El Clavo" Sandoval, a quien testigos aseguraban haberlo visto en la zona del triple crimen, que sería la persona que se cayó en la zona de las vías (donde ahora es la Universidad de Flores) y en el golpe se le rompió una botella de ácido acético.

Luego llegó un laboratorio móvil de Gendarmería, que casi azarosamente encontró huellas de un lavacoches, David Sandoval, quien no tenía ningún parentesco con El Clavo, pero que había sido paciente de la psicóloga durante su infancia en un orfanato de Neuquén. En la pieza que alquilaba, le encontraron recortes de diarios de los días posteriores, en los que se seguía los avances de la investigación.

Sin definir un móvil claro, los dos acusados llegaron a un primer juicio, que se desarrolló en el Sindicato de Luz y Fuerza, allí, después de varias audiencias y testimonios, el fiscal Edgardo Rodríguez Trejo no acusó y el tribunal absolvió a los imputados por el beneficio de la duda.

En la causa sólo se presentó como querellante particular el viudo de la paciente, Juan Widmer, quien estaba representado por un joven José Ignacio Gerez (hoy jefe de los fiscales de Neuquén), no quedó conforme con el fallo y llegó en queja hasta el Superior Tribunal de Justicia, que habilitó un segundo juicio, en el que con otro Tribunal, se lo declaró culpable al lavacoches.

Sin embargo, unos años después, el ya fallecido abogado roquense Eves Tejeda -conocido por su habilidad para pelear por causas casi perdidas- logró que la Corte Suprema anulara el juicio y David Sandoval recuperó la libertad. 

A 20 años del triple crimen, no se sabe quien y por qué mataron a las tres mujeres dentro del laboratorio. En tanto que El Clavo murió hace ya varios años, y poco se sabe del lavacoches, quien volvió por un tiempo a Cipolletti, también estuvo en Roca y después su presencia comenzó a pasar desapercibida en las calles del Alto Valle.

 

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