Este martes, en la Ciudad Judicial de Neuquén, un tribunal colegiado condenó a Federico Costich a 11 años de prisión efectiva por los graves hechos ocurridos en marzo de 2024, cuando agredió a su hija y provocó un incendio en su vivienda que terminó con la muerte de su hijo.
La audiencia de lectura de veredicto marcó el cierre de un extenso proceso judicial signado por idas y vueltas legales. La fiscal del caso, Lucrecia Sola, había solicitado una pena de 20 años de prisión, al considerar la magnitud de los hechos y el contexto de violencia de género en el que se desarrollaron.
En una instancia anterior, otro tribunal había declarado nulo el acuerdo de cesura —la etapa destinada a fijar la pena—, por lo que se debió repetir el debate. Finalmente, el tribunal de impugnación confirmó la validez del procedimiento y ordenó una nueva audiencia, que estuvo a cargo de los jueces Juan Manuel Kees, Lucas Yancarelli y Juan Guaita.
Durante su alegato, la fiscal Sola subrayó que los hechos ocurrieron en un marco de maltrato hacia los hijos del acusado y pidió una sanción que reflejara “la gravedad del daño causado y la violencia desplegada”. La querella acompañó íntegramente el pedido del Ministerio Público Fiscal.
Sin embargo, al momento de dictar sentencia, el tribunal impuso una pena de 11 años de prisión efectiva para Costich. Los jueces adelantaron que los fundamentos completos serán notificados a las partes dentro del plazo legal.
Los hechos que estremecieron a Neuquén
Según la investigación, el primer episodio ocurrió el 24 de marzo de 2024 en la vivienda de Costich, cuando agredió violentamente a su hija, la mantuvo encerrada y le provocó quemaduras en el rostro tras rociarla con insecticida y prenderla fuego.
El segundo hecho, dos días después —el 26 de marzo—, tuvo un desenlace trágico: el hombre inició un incendio intencional en la misma casa mientras su hijo dormía en la planta alta. Las llamas se extendieron rápidamente y el niño murió atrapado entre el humo y el fuego.
De acuerdo con la acusación, Costich actuó bajo los efectos de drogas y alcohol.
La justicia lo declaró culpable por los delitos de lesiones leves doblemente agravadas por el vínculo y por violencia de género, en concurso real con privación ilegítima de la libertad agravada (por el ataque a su hija), y estrago doloso seguido de muerte (por el incendio en el que murió su hijo).
Una condena que no borra el dolor
La fiscalía consideró que la pena impuesta no refleja la gravedad del caso y se evaluará la posibilidad de presentar una impugnación. Mientras tanto, la sentencia dejó un mensaje claro sobre la persistencia de la violencia intrafamiliar y de género, un flagelo que sigue dejando marcas profundas en la sociedad neuquina.