Decían que era la cuidadora, que atendía a una afiliada en El Bolsón, que trabajaba como enfermera domiciliaria. Pero todo era mentira. Según la fiscalía, entre noviembre de 2022 y febrero de 2024, dos mujeres, la afiliada titular y la supuesta "cuidadora/enfermera", montaron una estafa millonaria contra el IPROSS, el instituto provincial de salud.
La maniobra fue tan burda como efectiva, presentaron dieciséis facturas con planillas de asistencia falsificadas, simulando servicios que jamás se prestaron. El resultado, más de tres millones cuatrocientos mil pesos en reintegros cobrados sin levantar sospechas.
La fiscalía no tardó en detectar la incoherencia. La presunta cuidadora domiciliaria, que figuraba como prestadora en El Bolsón, en realidad trabajaba a tiempo completo en Catriel. Y no solo eso, en febrero de 2023 se mudó fuera de la provincia. Es decir, no podía estar en dos lugares al mismo tiempo.
Las certificaciones hospitalarias lo confirman y los informes contables lo detallan. Todo apunta a una estafa sistemática, sostenida en el tiempo y ejecutada con documentación trucha.
Durante la audiencia de formulación de cargos, el fiscal del caso fue claro, las imputadas actuaron como coautoras de una defraudación a la administración pública, en concurso ideal con falsificación de documentos. La Unidad de Asistencia a la Investigación Fiscal (UASIF) aportó un informe técnico contable que respalda cada peso del perjuicio.
La defensa penal oficial no se opuso a los cargos ni al plazo de investigación solicitado, aunque hizo una reserva de impugnación por una resolución previa. Pero el juez fue contundente, dio por formulados los cargos y fijó cinco meses para la investigación penal preparatoria, con fecha de cierre en abril de 2026.
Como medida cautelar, el magistrado ordenó que ambas imputadas mantengan actualizado su domicilio y sus números de contacto. Si incumplen, serán declaradas rebeldes y entonces, la causa podría escalar aún más. Lo que parecía un servicio de enfermería domiciliaria terminó siendo una estafa millonaria. Lo que se presentaba como asistencia, era una planilla trucha. Y lo que IPROSS pagó como reintegro, fue una mentira sostenida por más de un año.
Las protagonistas del fraude, que decían ser cuidadora y paciente, podrían terminar condenadas por algo mucho más grave que una planilla mal hecha.