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“El conductor estaba fuera de control": especialista en accidentes viales analizó el choque en Ruta 22 donde murieron 4 personas

El perito en accidentología vial, Eduardo Prueger, analizó el choque fatal en la Autovía de la Ruta 22 donde cuatro personas perdieron la vida. Afirmó que la maniobra del conductor que provocó la tragedia “no deja dudas de que circulaba a gran velocidad". 

Viernes, 21 de noviembre de 2025 a las 19:27
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La camioneta Amarok que provocó la muerte de cuatro personas.

El trágico choque ocurrido este viernes por la mañana en la Autovía de la Ruta 22, a la altura de Allen, que dejó un saldo de cuatro víctimas fatales, volvió a exponer patrones de conducción temeraria que se reiteran en los siniestros viales más graves del Alto Valle. Así lo advirtió el licenciado en Criminalística y perito en accidentología vial, Eduardo Prueger, quien analizó en el programa Entretiempo por AM550 las primeras evidencias conocidas del hecho.

Según la reconstrucción preliminar, el siniestro se desencadenó cuando el conductor de un vehículo que circulaba en dirección a Roca perdió el control, invadió el carril contrario y chocó de frente contra otro auto en el que viajaban cinco personas, cuatro de ellas fallecieron en el acto. 

Las víctimas se trasladaban en una Ford Ecosport que fue embestida por una Amarok negra sin patente conducida por Axel Adrián Araneda, un viejo conocido del narcotráfico en la región, pese a tener 30 años. El test de alcoholemia arrojó que Araneda manejaba con 0,46 gramos de alcohol en sangre.

El vehículo en el que viajaba la familia de Catriel hacia Las Grutas se incendió tras el impacto.

En el rodado iba una reconocida pareja de Catriel que llevaba a su hija y sus dos nietos a Las Grutas, donde planeaban disfrutar el fin de semana extra largo. Tras el impacto, la camioneta se incendió y murieron la doctora Liliana Coccuza, su hija Carina Gutiérrez, sus dos nietos y un perro. El conductor, Pastor Gutiérrez, sobrevivió en estado de shock.

Prueger fue contundente respecto del comportamiento del automovilista que originó la tragedia: “La forma en que invade el carril contrario demuestra que venía completamente fuera de control. Esa maniobra no es un simple desvío: es la evidencia de que no tenía dominio del vehículo ni de la situación”, afirmó.

"Manejaba a no menos de 150 kilómetros por hora"

Prueger explicó que la violencia del impacto permite estimar que el vehículo que habría provocado la tragedia circulaba “a no menos de 150 kilómetros por hora, posiblemente más”. “La deformación estructural, la proyección de los restos y la distancia de detención indican una velocidad completamente incompatible con cualquier margen de seguridad”, detalló.

Remarcó que no se trató de un error ocasional, sino de una conducta previa detectable: “No hay indicios de frenada ni maniobra defensiva. Eso significa que el conductor venía totalmente desconectado del entorno o sin dominio del rodado”, afirmó. Para el especialista, esa falta de reacción agrava el análisis técnico del siniestro. “Cuando alguien sostiene hábitos de velocidad extrema y descontrol, la probabilidad de una tragedia como esta se vuelve altísima”.

El perito explicó que, en la mayoría de los siniestros frontales, se observan dos factores combinados: exceso de velocidad y distracción. En este caso, sostuvo que ambos podrían haber estado presentes. “Cuando un auto cruza de manera tan violenta la línea divisoria, suele haber una velocidad superior a la permitida y una nula reacción previa. Eso indica que el conductor no estaba atento o que estaba afectado por alguna otra condición, lo cual deberá determinar la investigación”, señaló.

"No es fatalidad, es conducta"

Prueger remarcó que este tipo de choques “son evitables casi en la totalidad de los casos” y convocó a revisar patrones de conducta arraigados en la región. “Nos estamos acostumbrando a ver maniobras que son directamente suicidas. Es una mezcla peligrosa de exceso de confianza y subestimación del riesgo. El resultado son familias destruidas en segundos”, advirtió.

El especialista insistió en que la infraestructura no explica por sí sola la gravedad de los siniestros: “La Autovía 22 es una ruta conflictiva, sí, pero no provoca tragedias por sí misma. Son las decisiones humanas —las distracciones, el uso del teléfono, la velocidad— las que desencadenan estos impactos frontales que no dan margen de supervivencia”, sostuvo.

Por último, rueger llamó a fortalecer las políticas de control y educación vial, y a asumir una responsabilidad social más amplia: “Mientras sigamos pensando que manejar rápido o distraído es ‘algo normal’, estos hechos se van a repetir. No es fatalidad: es conducta. Y la conducta se puede modificar”, concluyó.

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