Vivía con otro nombre en una ciudad del sur de Brasil, cruzando apenas la frontera con Uruguay. Ahí pasó los últimos años de su vida, oculto, lejos de las páginas del expediente judicial que lo señala como responsable de un abuso brutal contra una adolescente de 15 años en San Antonio Oeste. Pero la impunidad terminó fue detenido, extraditado y quedó preso preventivamente hasta que se cumplan los trámites finales y empiece a pagar la condena de siete años que tiene encima.
En la jornada de ayer se realizó una audiencia en la que la fiscal de la causa solicitó su inmediata detención y la imposición de la medida cautelar, pedido al que hizo lugar el juez interviniente disponiendo la privación de la libertad hasta tanto la condena obtenga firmeza.
La historia comenzó en 2016. Según la investigación, el hombre, que estaba en una posición de confianza frente a la joven, la habría inducido a consumir alcohol y marihuana, y luego abusó de ella en una vivienda de San Antonio. La denuncia avanzó rápidamente en la Justicia rionegrina, pero cuando el cerco judicial comenzó a cerrarse, el acusado desapareció.
En 2019, cruzó a Uruguay y luego se instaló en la ciudad brasileña de Chuí, haciéndose pasar por otra persona. El plan parecía perfecto, pero no contaba con la alerta roja de Interpol ni con la caza paciente de la División de Fugitivos de la Policía Federal. Años después, en mayo pasado, lo atraparon.
Con la autorización de Brasil, la extradición se concretó a mediados de junio. Una comitiva especial viajó a buscarlo y desde este lunes está a disposición del juez rionegrino. La condena a siete años de prisión fue por la autoría de hechos de abuso sexual agravados por haber sido cometido con acceso carnal, de conformidad con el Art. 119 tercer párrafo del Código Penal.