“Vengo vacío, amigo”, murmuró el camionero con la soltura de quien ya conoce la caminera y suele pasar con carne. El Iveco venía desde el Alto Valle rumbo a Luis Beltrán, y cruzó el control de Seguridad Vial de Choele Choel como si fuera otro viaje más, sin apuro ni sospecha. Pero alcanzó con que uno de los efectivos levantara la tapa del termo para que el relato se deshiciera. Unos 130 kilos de carne vacuna fueron decomisados, lo que siguió terminó, literalmente, en humo.
Adentro había de todo: cinco bultos enormes de carne vacuna colgados de gancheras, cada uno de casi 30 kilos, vísceras metidas en tambores plásticos, dos rebalsados de entrañas, y una moto Corven 110 descansando al fondo, como si esperara su turno para salir a dar una vuelta.
La carga no tenía refrigeración, ni protección, ni papeles. El combo era un festival de infracciones al Código Alimentario Argentino y terminó como tenía que terminar: con la carne incinerada en el Matadero Municipal de Beltrán y el camionero con un acta fresca bajo el brazo.
La Dirección de Ganadería intervino de inmediato, labró la infracción y ordenó destruir todo lo que estaba en condiciones sanitarias deplorables. El conductor se quedó sin carne, sin entrañas, pero con la moto: al menos la Corven estaba en regla, según confirmó el sistema nacional de registros y la verificación en el lugar.