El silencio se rompió en un aula. Fue allí donde una adolescente de Viedma encontró el espacio y las personas indicadas para decir lo que llevaba años callando: los abusos que sufría por parte de la pareja de su madre, el único referente paterno que había conocido.
El testimonio llegó a oídos atentos y responsables. El equipo escolar no dudó: escuchó, contuvo, denunció y activó una red que incluyó al defensor oficial de menores, quien delineó con la joven la estrategia judicial.
La denuncia desembocó en un juicio penal que duró tres días. Este martes, los jueces Marcelo Álvarez, Ignacio Gandolfi y Carlos Reussi declararon culpable al acusado por abuso sexual agravado, con acceso carnal, cometido en contexto de guarda y contra una menor de edad, aprovechando la convivencia.
La Fiscalía, integrada por Paula de Luque y Pablo Peralta, sostuvo que la víctima narró los hechos con precisión, coherencia y sin contradicciones, desarmando la versión de la defensa, que intentó instalar la idea de un relato inventado.
El próximo capítulo será el juicio de cesura, en el que se discutirá la pena. La condena ya está firme: lo que empezó como un susurro en la escuela terminó en un fallo unánime.