El Tribunal Oral Federal de Roca condenó a Karen Molina, de 26 años, a cuatro años y medio de prisión por transportar más de siete kilos de cocaína en un colectivo que iba de Allen a Bariloche. Las escuchas telefónicas fueron demoledoras: allí quedó al descubierto que cobraba 500 mil pesos por cada valija cargada de droga.
En la jerga narco, era una simple “mula”, pero detrás de ella se movía una estructura criminal vinculada al temido “Patrón del Norte”, un capo boliviano que marca sus cargamentos con sellos de delfín y peón de ajedrez.
Las grabaciones telefónicas no dejaron margen de duda dura te el juicio En ellas se hablaba de “valijas”, de “viajes” y de un pago de 500 mil pesos por el acarreo. Molina no era una improvisada: los investigadores detectaron que había participado en varios traslados regulares hacia Bariloche, siempre con la misma modalidad. La droga viajaba oculta en equipajes que parecían comunes, pero que en realidad escondían un negocio millonario: cada kilo de cocaína tiene un costo de más de 15 mil dólares en el la cordillera rionegrina.
El operativo del año pasado que la atrapó fue quirúrgico. Molina había hecho un trasbordo desde un vehículo particular a un micro de larga distancia. Apenas el colectivo avanzó unos metros, la Policía de Río Negro interceptó el rodado.
La defensa intentó instalar la idea de que se trataba de una “tentativa”, porque el micro apenas había recorrido 20 metros. Sin embargo, los jueces fueron categóricos: el delito de transporte de estupefacientes se consuma desde el momento en que la droga comienza a desplazarse, aunque sea por un lapso mínimo.
El tribunal integrado por Alejandro Silva, Simón Bracco y Marcos Aguerrido coincidió en que Molina fue autora material del delito. La fiscal María Claudia Frezzini recordó que “es un delito de carácter permanente que se consuma apenas es emprendido”.
Además, las escuchas y el intento desesperado de la joven por romper su celular al ser detenida reforzaron la idea de que sabía perfectamente lo que llevaba. No era una pasajera inocente: era parte de un engranaje criminal.
Lo más inquietante es que Molina no actuaba sola. Los investigadores siguen otras causas conexas que apuntan a una red más amplia, con conexiones internacionales. Los sellos en los ladrillos de cocaína, el delfín y el peón de ajedrez, son marcas registradas del “Patrón del Norte”, un capo narco boliviano que controla rutas de tráfico hacia la Patagonia. Bariloche, destino turístico por excelencia, aparece en este mapa como punto de entrega y distribución.