COLUMNA DE OPINIÓN

Coronavirus, el dióxido de cloro y la ansiedad patológica

Una mirada legal sobre la muerte del niño de 5 años en Plottier, la influencia de los medios de comunicación y el efecto pandemia.
lunes, 17 de agosto de 2020 · 13:17

Por Marcelo H. Echevarría (*)

Conmocionó a toda la Argentina el deceso de un niño de 5 años oriundo de la Provincia de Neuquén quien, previamente, había ingerido dióxido de cloro.

Los padres, al detectar algunos síntomas similares al del coronavirus, le dieron a tomar ese producto al menor. Al ingresar a urgencias del hospital, los propios padres les informaron a los médicos dicho hecho.

Más allá que aún se desconoce el verdadero desencadenante de esta muerte (toda vez que podría ser una causa ajena al dióxido de cloro -lo cual se conocerá con los estudios complementarios de la autopsia-), me detendré primero en la influencia de los referentes de la comunicación quienes son diariamente seguidos por millones de personas y, segundo, en la conducta de los padres al suministrar ese producto a su hijo menor.

En primer lugar, se evidencia que los medios periodísticos y, concretamente sus referentes, poseen mayor credibilidad que el propio Estado, sea Nacional, Provincial y/o Local.

En efecto, en un programa televisivo, una persona públicamente conocida consumió el dióxido de cloro ante la mirada de miles de televidentes, lo cual luego se replicó en redes sociales.

Contrariamente, las instrucciones que brindan las autoridades de los Ministerios de Salud sea el Nacional como el Provincial, desaconsejaban no solo la ingesta de ese producto, sino la inhalación y/o inyección.

Y aquí está el resultado.

Los padres, a la hora de pretender suministrar -según su mejor criterio y buena fe- la mejor medicina a su hijo para prevenir el efecto de esta pandemia, hoy está en evaluación si esa  ingesta pudo o no haber sido la causa desencadenante de la muerte.

¿Cómo le podría hacer mal a mi hijo si millones de personas vieron a un personaje popular consumirlo por televisión?

Los estudios complementarios de una autopsia podrían cambiar radicalmente la respuesta a ese interrogante, por cierto muy tarde, toda vez que un menor falleció.

Esa transgresión que se pudo ver por un canal de televisión tendría como objetivo el mensaje subliminal, consistente en un llamado a “rebelarse contra el sistema” en época de pandemia, toda vez que no sólo hace dudar a millones de personas sobre las bondades de ese producto desaconsejado por el aparato estatal, sino que, a su vez, pone en jaque la veracidad y confiabilidad de los protocolos elaborados por los especialistas y científicos tendientes a combatir el covid19.

En segundo lugar, me detengo en lo que en psiquiatría legal se denomina la “ansiedad patológica” que se evidencia en este lamentable suceso.

El ex presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, Dr. Miguel Gutiérrez Fraile sostuvo que cuando los niveles de ansiedad aumentan demasiado y se vuelven inmanejables, la ansiedad pasa a ser una enfermedad.

A su vez, señaló que una de las formas de la ansiedad patológica es la que se traduce en crisis de angustia. “Son procesos esporádicos e imprevistos en los que la persona siente que su muerte es inminente, que va a sufrir por ejemplo un ataque cardiaco o una hemorragia cerebral, que sufre una enfermedad muy grave o que puede volverse loca”.

Estimo que la conducta de los padres transitó por una “ansiedad patológica” al suministrar el dióxido de cloro a su hijo menor.

Si tomamos en cuenta que el índice de letalidad de la enfermedad en menores y jóvenes es bajísimo a nivel mundial y nacional, constituyendo la franja de riesgo los mayores de edad e individuos con morbilidad o comorbilidad, a mi criterio, si esos padres no se encontrarían inmersos en una ansiedad patológica, no le hubiesen suministrado a su hijo el dióxido de cloro pensando que era el antídoto adecuado contra el mal, sino que, mínimamente, hubieran acudido a consulta previa con un facultativo.

En una palabra, no razonaron la decisión, sino que la ejecutaron por convencimiento e impulso producto del estado de ansiedad patológica y motorizados por el consumo de cierta información acerca de las supuestas bondades del producto. Es más, luego de someterlo al menor fallecido al hisopado, éste dio resultado negativo para covid19.

Y esta misma ansiedad patológica es la que poseen millones de argentinos sumidos en los efectos de la pandemia, donde la cuarentena es la más larga del mundo, el pico no llega desde abril y los efectos de la pandemia a nivel psíquico y económico no solo destrozará familias enteras, sino también se llevará vidas como consecuencia de otras enfermedades provocadas directa o indirectamente por esta situación de catástrofe.

Concluyo: Que este fallecimiento sea o no por ingesta de dióxido de cloro sirva para entender que unos puntos más o menos de rating televisivo, o la discusión con “opinólogos” puede acarrear problemas gravísimos si lo que se comunica no se realiza con responsabilidad, seriedad y, en momentos de crisis sanitaria, con el mayor rigorismo científico.

A su vez, la comunicación desde el Estado debe ser clara, precisa y concisa, lo cual la hará creíble, fiable y ello llevará a que la ciudadanía respete la instrucción de la autoridad, en contraposición a lo dubitativo, impreciso o dudoso, con lo cual se conseguirá el resultado contrario.

Por último, es imperativo brindar la contención necesaria no sólo para aquel que perdió a un ser querido como consecuencia de la pandemia, o para el que se encuentra infectado o con síntomas, sino también para todos aquellos que perdieron su fuente de ingresos, sus ahorros y, hoy transitan estos momentos críticos en situación de desesperación, quizás sin el covid19, pero psiquiátricamente muy enfermos y, posiblemente, algunos de ellos, en estado terminal.

(*) Abogado (UBA)- Especialista en Derecho Penal (UB)- Autor e Investigador de Derecho Penal en Argentina y en España

 

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