Olga Jara, la guardiana del bosque patagónico

Olga Jara es, sin dudas, la guardiana del bosque. No sólo por su pasión por la naturaleza y el cuidado del ambiente, sino también por su dedicación a multiplicar esta imperiosa necesidad de preservar los recursos naturales. Así lo relató en diálogo con el periodista Sergio Sarachu, en AM550 La Primera.

Nacida en Junín de los Andes, Olga se crió entre pehuenes y volcanes. Luego profesionalizó su pasión con estudios en Bariloche y San Martín de los Andes, hasta que ingresó a Parques Nacionales, ya formalmente convertida en Guardaparque. 

“Siempre me interesó todo lo asociado a la naturaleza. Uno desde que sale de su casa y ve otro mundo, le sirve para cambiar y evolucionar, conocer personas y enriquecerse".

Fue Técnica Forestal, trabajó para pagarse sus estudios y llegó a combatir incendios, trabajar en forestación y dedicarse también a la docencia.

Ingresó a Parques Nacionales como Guardaparque en la Brigada de Incendios en el 2005, 2006. Y a pesar de los hábitos machistas, logró hacerse de un lugar: "Cuando ingresé no había casi mujeres, sólo dos compañeras en el campo, otras radio operadoras y nada más. Vengo de una familia numerosa, tengo siete hermanos y venía acostumbrada al trabajo físico. Tuve bastante ayuda de muchos compañeros de trabajo", explicó.

Educación ambiental y forestación

En su paso por la docencia se ha dedicado al trabajo en campo con los niños de escuelas. Ha llevado a chicos de la escuela al bosque para que conozcan ellos mismos las especies. "Cuando empecé mi carrera forestal, estaba orientada a los pinos exóticos, luego conocí las planta autóctonas". 

“Me gusta trabajar con chicos de escuelas primarias y lo hice en Ñorquinco en la escuela de Lonco Mula", cuenta, mientras recuerda las sensaciones encontradas en aquél 2016 cuando se quemó la escuela: "Yo era la única persona que tenía motobomba, fui y fue una mezcla de sensaciones ver que la escuela estaba toda prendida, de madrugada. Hicimos todo lo posible para que no se queme toda, ya que era una escuela de madera antigua y prendió enseguida". Y dice, con tono de recompensa, que ahora los chicos tienen una escuela nueva.

Olga enseñó a muchos alumnos cómo se sabe cuántos piñones va a dar una araucaria en la temporada: los chicos y sus familias cosechan el piñón, lo consumen en invierno y con la técnica, pudieron también seguir despertando su curiosidad. 

"Llevar a la escuela el cono de la araucaria, que ellos se den cuenta que un cono grande lleva unos 250 piñones. Ellos volvían a casa y le decían a sus padres el cono de araucaria tiene tantos piñones… y entonces les explicamos la metodología de evaluar los conos y sacar números para la temporada que venía, esto también les ayuda a tomar decisiones, a saber qué bosques se pueden cosechar y cuáles no. Y saber cuántos hay que dejar en el suelo. Nosotros explicamos la parte científica y ellos nos cuentan qué podemos preparar y otras particularidades del piñón"

Preservación el biosistema de los bosques

Entre las enseñanzas que transmite Olga, se incluye un importantísimo relevamiento del volumen de leña que se puede extraer de cada campo en la zona de Ñorquinco. 

"Hoy, después de que se haya quemado el bosque, hay rebrotes. Y los lugareños tienen saber que debe quedar un porcentaje de madera muerta, porque allí hay ciclos necesarios para la regeneración, todo bosque seco tiene que ser preservado también en cierta medida".

Olga, dice orgullosa, que "se ha entendido bastante bien el vínculo con el bosque ya que luego de 10 año volvimos a intervenir y vimos que se tomó conciencia sobre eso, se vio vida en la madera muerta", concluye.

La entrevista completa realizada en Mejor Informado Radio, en este video: